65. El hombre que me derrite
Steve se arregló la corbata de su traje corporativo hecho a medida, antes de bajarse de su auto.
Miró a las nuevas oficinas de Deluxe Sweets, este gigante innovador alimenticio, que había surgido de la nada y avanzó a pasos agigantados este año pasado.
Se especulaban toda clase de cosas de su dueño. Que era un tipo gruñón, inaccesible y antisocial.
Nadie lo había visto, pero a Steve eso le importaba poco, no iba a enamorar al CEO, sino a convencerlo de invertir en su compañía.
Apretó el maletín de cuero donde estaba su proyecto y entró al enorme edificio.
Tenía esperanzas y muchas, porque si le enviaron un fax en específico, era porque la buena reputación que le quedaba a su compañía, había jugado un papel.
Pero cuando la recepcionista le dijo el piso de la reunión y las puertas del elevador se abrieron. Su confianza renovada comenzó a tambalear.
Había aquí como diez representantes de empresas, dedicadas igual al diseño y construcción de proyectos.
Esto parecía un concurso y Steve se