Mundo ficciónIniciar sesiónLa Instalación Correccional Federal de Otisville se alzaba contra el cielo gris de octubre como monumento a las consecuencias. Nick condujo las dos horas desde Manhattan en silencio, con Michaela en el asiento del pasajero ofreciendo presencia sin palabras. Marcus los seguía en un segundo auto, manteniendo distancia respetuosa, pero nunca perdiendo de vista el sedán negro.
—No tienes que hacer esto —dijo Michaela cuando giraron hacia el estacionamiento de visitantes.
Nick apagó el motor, manos aún aferradas al volante.
—Sí tengo. Necesito mirarlo a los ojos cuando le pregunte por qué. Por qué eligió destruirnos una última vez cuando ya no tenía nada que ganar.
—¿Y si no hay







