Nick manejó en silencio absoluto hacia oficinas de Magno Marketing. Michaela en asiento del pasajero, igualmente callada. El peso de sospecha sobre Manuel llenaba el auto como gas tóxico.
—Tal vez estamos equivocados. —Michaela dijo finalmente.
—Tal vez. —Nick no sonaba convencido—. Pero necesito escucharlo de él.
Era casi medianoche cuando llegaron. Edificio oscuro excepto por oficina de Manuel en noveno piso, luz filtrándose a través de persianas.
Por supuesto que estaba ahí.
Subieron en silencio. Nick abrió puerta de oficina sin tocar.
Manuel estaba en su escritorio, rodeado de botellas de whiskey medio vacías y papeles esparcidos. Levantó vista cuando entraron, sin sorpresa en su rostro.
—Sabía que vendrían eventualmente. —Voz pastosa, ojos rojos—. Solo esperaba tener más tiempo.
—¿Tiempo para qué? —Nick cerró puerta detrás de ellos—. ¿Para cubrir tus rastros? ¿Para huir?
—Para emborracharme suficiente que no me importe cuando me golpees. —Manuel tomó otro trago directo de botella—