Capítulo 25

Michaell. . . 

Después que la golpeo con la pistola, veo como se desvanece 

 Cae al suelo, me quedo observándola y es que es tan hermosa, aún así desmayada es hermosa. . . y mía, completamente mía. Nadie me la arrebatará, nadie me la quitará, porque es mía y nunca ha dejado de serlo, y si para eso tengo que tenerla a la fuerza, entonces no dudaré en hacerlo, porque si ese imbécil la toca de nuevo no podré soportarlo, seguramente se ha revolcado con él, a sus anchas, mientras que yo sufro por ella.

Pero me las pagará.

Salgo de la casa y voy a la camioneta, una que he alquilado. No hubiese querido llegar a esto, pero Rita me provocó. Al llegar abro la puerta del conductor y tomo un par de cuerdas largas y un tirro grueso que compré en una ferretería. Luego voy a la parte trasera de la camioneta y con esfuerzo lo

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