Hugh, la tomó entre sus brazos estrechándola con fuerza, permitiéndose recrearse en la dulzura de la femenina boca, pensando en que Rita, sabía muy muy bien.
La llevó hasta la amplia cama y juntos cayeron sobre el suave colchón. Hugh, abandonó la boca y se dedicó a recorrer el camino del cuello, mientras Rita entreabría la boca para dejar escapar suaves gemidos de placer. Con sus grandes manos la recorría haciéndola estremecer.
-Hugh. . . – gimió Rita, sintiendo que el placer que le proporcionaba con solo tocarla era superior al que había experimentado en toda su vida.
Él se dedicó a desvestirla con una tortuosa lentitud, dejando besos en cada centímetro de piel que descubría.
-Eres hermosa- le susurró- eres hermosa, Rita.
Hugh, deslizó la lengua entre el valle de sus senos y Rita, gimió retorci&eac