Callum sentía como si le dispararan con un rifle, y su cuerpo se quemara por dentro. Su corazón latía con fuerza, por la ira y la impotencia. Ningún objeto que rompiera era suficiente para calmar su ira; sin embargo, allí estaba, destrozando casi todo el lugar. Sus manos sangraban por las heridas producidas al romper varios objetos de vidrio, pero no le dolían. Incluso los muebles parecían no pesar, mientras los volcaba con fuerza y los pateaba, dejando que se estrellaran contra las paredes.

Cuando finalmente ya no hubo nada que romper, ni nada que destruir en la habitación, terminó por golpearse él. Varios golpes en el rostro, que terminaron por lacerarle el labio, finalmente fueron el clímax, para finalmente rendirse, dejándose caer al suelo, observando cada objeto roto. Dándose finalmente cuenta de que estaba completamente destrozado. Había confiado nuevamente en alguien que le falló. Le dolía el corazón, y no quería sentir ese dolor. Esta vez más tranquilo, sale del lugar y