Mateo Acosta
Su cuerpo le exigía hacerla suya antes de perderla, estar dentro de ella y dejarse llevar por sus deseos y anhelos aunque solo fuese una vez
Decidido a llevarla al límite, abrió un pequeño espacio entre los cuerpos para mover sus manos con libertad, amasó los pechos con gula mientras sus oídos se regocijaban con los gemidos sensuales de la chica entre sus brazos
. Dejó a cargo de sus labios la tarea de acariciar la tersa piel que asomaba por el escote y a sus dientes jugar con las aureolas que se dibujaban por debajo de la tela.
Sus manos siguieron el recorrido hacia abajo, una se posó en el trasero redondo que antes recibiera su castigo, para hacer presión contra él y la otra se coló por debajo de la falda para acariciar la piel interna de los muslos.
Cuando Marie impulsó su cadera hacia él, lo tomó como una invitación para ir más adelante. Con los dedos logró sortear la ropa íntima que se sentía pequeña y delicada, hacer contacto con el centro de su deseo Marie jadeó e