DANESA
Volvemos a la casa, realmente no me interesa ver nada más y quiero estar a solas con el cuándo se desate la guerra. Sigo la palabra que les confina que bebió toda la bebida y dentro me toma del cuello acorralándome contra la pared.
Se siente mal y eso da a pie para que no confie en mi como antes. Su mano captura mi cuello y lo miró a los ojos, ya no los tiene como antes.
—No me creas idiota Danesa porque no me creo ese papel que estas representando frente a mí—me dice—algo estas tramando y quiero que me lo digas porque voy a arrancarte el cuello donde me engañes.
Se ve muy enojado y temo llamando mentalmente a mi esposo.
—No seas idiota, vine aquí en contra de mi voluntad y no he mentido en mis intenciones, me cuesta estar aquí, dejar a mis hijos y al hombre que amo para cumplir con tus caprichosos.
Se que no lo iba a creer de inmediato, pero el que esté perdiendo los sentidos ya es una ventaja que debo aprovechar.
—Aun así, siento la mentira, destilas mentira por los poros