—Te entiendo, amor. Pero tenemos que encontrar una solución. De alguna forma tenemos que vencer todo lo que está sucediendo…—gimotea pensativo Caleb. —Cásate conmigo, Amor. —pide de nuevo y yo siento que seguiré llorando a mares, cuando lo veo arrodillarse.
—No, Caleb. No de nuevo…—lloro triste. —Quiero que cuando nos casemos sea por dicha, Cal. No porque te parece que será, de alguna forma, la solución a nuestros problemas. — digo y veo cómo el ánimo de Caleb decae.
—¿Qué más da que sea ahorita o luego?—pregunta comenzando a molestarse y yo gimo, porque sé lo que se viene.—¡Igual sé que eres la única mujer con la que quiero compartir mi vida, Dulce! ¿Por qué te niegas cada vez que te lo pido?—pregunta dando un paso atrás que se me antoja abismal.
—