Clara lo escuchó y sintió algo por dentro. A pesar de ser tan duro, Marcos era un hombre que amaba los libros y que creía en el poder de las historias. Era el hombre que la había animado a dar lo mejor de sí misma, aunque el camino hubiera sido difícil.

Cuando Marcos terminó de hablar, la gente aplaudió a rabiar. Él bajó del escenario y se fue hacia la salida, rodeado de gente que quería felicitarle. Clara supo que era el momento. No iba a tener otra oportunidad tan buena.

Se acercó a él con el corazón a mil, sintiendo miedo pero también con la valentía suficiente como para seguir adelante. Marcos, dijo Clara con voz firme, interrumpiendo el murmullo de la gente. Necesito hablar contigo. Ya.

Marcos se paró y la miró con sus ojos fríos y su cara de jefe. Ahora no, señorita Romero. Estoy ocupado. Mañana hablamos en la oficina.

Sí, es ahora, replicó Clara, levantando un poco la voz para que se oyera en todo el salón. Se trata de mi futuro y del tuyo.