Guillermo entró en la habitación que era de su esposa, allí las cosas estuvieron intactas durante años desde que falleció. Él entró al baño y sacó cremas y perfumes que estaban sellados, cientos de regalos que él le había dado y que nunca ocupó, asimismo tomó unos vestidos con etiquetas y los metió en una bolsa.
En silenció salió de la mansión, cuando aún ni los empleados se levantaban, se subió a su coche y manejó en dirección al hotel. Cuando llegó dudó si subir de inmediato, porque seguramente Julieta estaba durmiendo.
Ella en el dormitorio dormía profundamente, días durmiendo mal y con hambre, esa noche sin duda recargó energías.
Guillermó espero en su coche unas horas más, en su mente repasaba las facciones de Julieta.
Ya el sol empezaba a aparecer y no se aguantó más y subió a la habitación, puso la oreja en la puerta y no se escucha movimiento, dudo en golpear la puerta hasta que lo hizo de todas formas. Un nerviosismo inusual que no sentía hace mucho tiempo le recorrió el cuer