Esto eleva el alma de Hernán, borra de su mente sus desgracias, y lo llevan a besar con dulzura los labios de su amada.
—Mi corazón es tuyo, princesa, como jamás lo ha sido de nadie… —le responde, y en medio de otro beso y una última embestida, ambos reciben el clímax de forma arrolladora.Mientras que Elisa y Hernán disfrutan de sus cuerpos abrazados al otro tras una entrega ansiosa, en medio de la sala y el baile, Dolores invita a Pedro a bailar.—¡No, mujer! Ya estoy viejo para esto —le expresa.—¡Pero no estás viejo para ir a mi cama todas las noches como un adolescente urgido! ¿Verdad? —le reprocha ésta.Ante semejante manipulación, a Pedro no le queda otra opción que dejarse envolver por el deseo de su esposa. Y entre la música alegre, y los invitados comiendo, se transportan con el baile a los viejos tiempos.Al ver esto, Teresa quien come bizcocho, toma la mano de su hermana Martina, deseosa de poder ver una vez más al hombre que está cautivando