Cuando se alejó, Alicia soltó un leve suspiro y miró a Dante con el ceño fruncido.
—¿Por qué hiciste eso?
Dante alzó una ceja, con su expresión serena y segura.
—Porque es la verdad, Alicia. Te guste o no, eres mi prometida. Y no permitiré que nadie te pase por alto.
Alicia desvió la mirada, sin