Pero algo se sentía diferente.
El aroma.
Su cuerpo aún conservaba una fragancia que no era suya. Era una mezcla tenue de madera, lluvia… y Dante. Cerró los ojos con fuerza, y entonces el recuerdo la golpeó con una intensidad brutal.
La cabaña. La tormenta. El fuego. Las manos de él en su piel.
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