ADAMO/DEMON
Todos están dementes.
Llevo horas con las miradas de cuatro pares de ojos colocados sobre mí, sabía a lo que me atenía una vez que estuviera aquí, pero no sabía que iba a hacer el centro de atención de todos.
¿Qué mierdas les pasa?
Arriesgue mi vida por sus hijas y así me lo pagan, si no fuera porque deba cumplir con la orden de mi Capo, solo hubiera visto como se llevaban a la rubia sin ningún obstáculo.
Suelto un gruñido bajo. Aunque no quiera compartir la misma mesa con ellos, tenía que hacerlo, no me debo olvidar de que tengo que seguir fingiendo y aguantar cualquier gesto grosero.
Como el maldito Diablo...
¿Quién se cree? ¿El jodido Dios de la mafia? Porque así es como lo demuestra, se siente indestructible y cree que puede aplastar a quien sea si lo desea.
Que se joda.
—Aquí —la voz dulce de la mujer de ojos hermosos se dirige a mí —Siéntate aquí —me ofrece el asiento desocupado