La princesa de Dunas sabía que para destronar a Verónica no bastaba con humillarla; necesitaba algo más grande, algo que asegurara su caída definitiva.
Yasira, con su astucia y carisma, había reclutado a varios sirvientes y guardias del palacio para que le informaran sobre todo lo que sucedía en los aposentos de Verónica. Algunos lo hacían por dinero, otros por resentimiento hacia la princesa heredera, y unos pocos porque simplemente no podían resistirse al magnetismo de Yasira.
Cada noche, mientras Kaelion la visitaba en sus aposentos, Yasira recibía informes detallados sobre Verónica. Sabía cuándo Cassian entraba en sus habitaciones, cuánto tiempo permanecía allí y qué palabras se intercambiaban. Aunque Verónica intentaba mantener su relación con Cassian en secreto, Yasira estaba siempre un paso por delante.
Una noche, mientras Kaelion descansaba en su cama, Yasira se sentó junto a la ventana, leyendo un pergamino que le había entregado uno de sus espías. Una