CAPÍTULO 1

Ese día llovía tanto que hasta las paredes vibraban y los ventanales se sacudían. Las ramas secas golpeaban los cristales pero ni aquel gesto de la naturaleza asustaba a tanto a Elizabeth. La cual estaba despierta mientras le realizaban una cesaría programada debido a una complicación en el parto. Sus ojos estaban hipnotizados por las múltiples luces que colgaban del techo del quirófano. Oía el hablar de los doctores pero no veía el procedimiento del parto porque había una tela color verde agua que estaba delicadamente creando un muro a la altura de sus pechos que impedían ver su vientre abierto.