Dos años después.
Ariadna llevaba oficialmente un año de haber renunciado. Nunca olvidará el gesto de felicidad en el rostro de su madre al darle la noticia.
Nathan le dijo que más adelante podía buscar otro trabajo, poner un negocio y hacer lo que ella quisiera. El problema de su antiguo empleo radicaba en la saña con la que Lucas la comenzó a tratar.
Ahora era ama de casa, lo que equivalía a hacer mil trabajos al día. Disfrutaba poder estar presente en la vida de su hijo. Las cuestiones laborales las retomaría más adelante.
En el presente, sus batallas ya no eran los presupuestos o inventarios. Su mayor lucha era la gastritis, que por falta de cuidado se intensificó.
Ese día, en particular, se encontraba tan sensible que inició una discusión con su esposo por no usar portavasos. En su defensa, el comedor era nuevo y de madera. En otras ocasiones le externó su molestia, y Nathan hacía caso omiso a su petición de ser cuidadoso.
Toda la mañana y parte de la tarde repasó el i