Elijah King.

— Sí, señor. La agente Eileen, es mi novia y pronto se convertirá en mi esposa. — Me dijo con una sonrisa tan estúpida en los labios, que quise arrancársela de un solo puñetazo.

— ¡Ah¡ felicitaciones, señor Morris — murmuré.

Brais, dirigó su mirada hacia la mía con el ceño fruncido. A pesar de tantos años sin vernos, ambos nos conocíamos muy bien.

Los agentes informaron todos los detalles, revisamos cuidadosamente las pruebas contra los proxenetas, que fueron arrestados bajo cargos estatales y federales para que no las declararan insuficientes.

Al otro día, los periódicos anunciaban más detalles de los sucesos, pero a mí, el mundo me valía un quintal de mierda. Solo Eileen, y las palabras del agente Axel, me daban vueltas en la mente.

— “Es mi novia y pronto se convertirá en mi esposa” — era lo único que me había convertido nuevamente la vida en un infierno. Mucho peor, que el infierno que se estaba desarrollando actualmente en el departamento de homicidios.

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