Encontrando a la mujer de aquella noche

Con apenas lo indispensable, Violeta se dirigió con maletas y los niños a la central de autobuses, el destino era la próxima ciudad, había conseguido un modesto departamento semi amueblado y le habían recomendado buscar empleo en una empresa de textiles.

Drago se veía molesto, el gemelo estaba sentado en una de las maletas, era evidente que no quería mudarse pero Violeta sabía que Jesica no los iba a dejar en paz, había sabido por su amiga Carolina que Jesica había quedado embarazada de Fabio y se habían casado en una gran boda, ella sintió que el corazón se le estrujó, ¿cómo había podido el acostarse con su propia hermana? lo mejor era alejarse y ponerse a salvo.

— Drago cariño, ¿estás molesto con mamá? te juro que si pudiéramos quedarnos lo haría por ti, pero no podemos, okey, Jesica y su madre no nos dejarían vivir en paz

— Mamá, creo que ya deberíamos hacerle frente a esas dos señoras, cuando sea grande y trabaje para ser millonario, las voy a poner en su lugar — dijo el niño cruzándose de brazos, Dariana que estaba sentada en la otra maleta habló

— Yo te voy a ayudar hermano, cuando seamos grandes defenderemos a mamá de esas dos brujas malvadas

En la mansión De León Jesica se reunía con su madre a tomar el té.

— Hemos dado con esa zorra de Violeta y sus hijos bastardos, nunca me cansaré de hacerle la vida miserable, sobre todo por qué por su culpa mi marido nunca pudo amarme, Fabio sigue idolatrandola, sí se casó conmigo pero obligado, ni siquiera después de la boda o después del nacimiento de nuestra hija Cassandra, parece que me odia mamá, que soy lo peor que le ha sucedido — se quejaba Jesica de Fabio, después de quitárselo a Violeta, las cosas no le resultaron como pensaba, el hombre la detestaba, eso tenía furiosa a Jesica y se desquitaba todo lo que podía con su hermanastra.

— Deberías darle un hijo varón, verás que con eso de calman las aguas, no hay hombre que se resista a un heredero Aconsejó Altagracia a su hija.

— ¿Y cómo? ¡Fabio no me toca mamá! en seis años he logrado meterme en su cama un par de veces y eso por qué había estado vendiendo en nombre de Violeta, en su ebriedad creyó que era ella y apenas así logré que me respondiera, es tan humillante, no todo lo que hice para poder tenerlo y casarme con él, creí que me daría una vida de reina pero solo recibo su frialdad e indiferencia.

El Karma por su maldad estaba consumiendo a la malvada Jesica, ahora estaba atada a un hombre que la despreciaba y le asqueaba, Fabio seguía con ella solo por su hija, él no quería que su pequeña sufriera el desprecio de su círculo por tener unos padres divorciados, pero eso sí, de vez en cuando salía en busca de un poco de cariño, eso por qué a la causante de haber perdido el amor de su vida nunca más la iba a tocar.

Mientras tanto en la estación de autobuses, Violeta subió a Dariana y la acomodó en el asiento y una maleta arriba en el maletero, pero al bajar se encontró con que había más de una docena de hombres de traje negro, corbata y lentes rodeando a Drago, la madre se llevó el susto de su vida.

— ¿Qué... que es lo que quieren? ¿por qué están rodeando a mi hijo? ¡váyanse o llamaré a la policía, no se atrevan a hacerle daño!

— ¡Mamá! estos hombres son como en la película los hombres de negro, no te preocupes no tengo miedo — dijo Drago tan valiente como siempre mientras que Violeta ya lloraba de angustia, ella no iba a permitir que lastimaran a su pequeño.

De entre los guardaespaldas salió un hombre vestido de traje, se veía igual de imponente que intimidante, unas costosa gafas oscuras cubrían sus ojos, él se acercó ante la mirada afilada de la madre y el hijo.

— ¿Quién es usted? ¿lo ha enviado Jesica? ¡dígale que nos iremos muy lejos, que ya nos deje en paz de una vez por todas! — Violeta abrazó a su hijo en señal de defensa, primero la tendrían que matar antes de tocarle un cabello a su príncipe.

— No vengo de parte de esa tal Jesica — se escuchó la varonil voz del CEO italiano mientras se quitaba los lentes dejando ver sus verdes ojos del mismo tono que el de Drago y se paraba frente a ellos, fueron unos segundos que bastaron para que padre e hijo se recorrieran de arriba a abajo, el parecido entre ellos era demasiado evidente.

— Mamá, ¿por qué ese señor se parece tanto a mí? — el niño estaba muy curioso, acaso ese hombre... ¿podría ser su padre?

— Yo... no lo sé, eres idéntico a él, pero... no lo conozco... — Más de pronto Violeta recordó esa piel apiñonada de aquella noche, las cejas perfectas y la figura que dejó en la cama esa mañana antes de salir de la mansión de su amiga, ¿en verdad era él?

— Mujer, he venido aquí a preguntarte, ¿si tú eres la mujer de aquella noche? ¿la mujer que estuvo conmigo en la mansión de los Marino — el CEO se veía tan intimidante que Violeta no quiso decir la verdad.

— No sé de qué habla, yo no lo conozco, ni a esa mansión, ya es tarde y debemos irnos, por favor déjenos pasar — Respondió la joven madre muy nerviosa, para que quería saber si era ella la que tuvo sexo con él ese día, ¿querría llevarse a sus hijos? si era así no le diría nada.

— Lo preguntaré por última vez, ¿eres tú la mujer en mi cama ese día en la fiesta? ¿tuviste a mi hijo? habla mujer que no tengo todo el tiempo del mundo — el tono de voz del hombre denotaba que no tenía mucha paciencia.

— ¡Ya le he dicho que no, nunca le he visto, usted me está confundiendo, ya déjennos ir! si me sigue deteniendo vamos a perder el autobús.

Ya sin paciencia Danilo dijo entre dientes.

— Te lo advertí, que conste que no me dejaste otra opción — murmuró el CEO cuándo se acercó a la mujer que llevaba una blusa puesta de cuello V, la tomó desprevenida cuando la bajó solo un poco junto con el encaje de su sostén para comprobar si tenia el lunar en la parte de arriba de su seno izquierdo.

Violeta gritó un poco y trató de apartarlo pero Danilo Ferreira no cedió, no iba a permitir que nadie más viera lo que quería encontrar, grande fue su sorpresa al mirarlo ahí, allí estaba ese lunar que no había dejado de pensar en todos estos años, ahora ya no tenía dudas, era ella la mujer de aquella noche y ese niño tan parecido a él era su hijo.

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