La sensación de pensar a su amada Dariana, en los brazos de Damiano Stavros, fue desquiciante para el CEO Black, una tortura indescriptible, imaginarla disfrutando de las caricias de otras manos que no eran las suyas, lo hacía arden en celos
— Alessandro, ¿a dónde me llevas? ¡bájame de inmediato! — por más que Dariana, se resistió, el hombre no escuchó, la llevó a la habitación, ahí se quitó el sacó, se desabotonó el chaleco frente a la mirada de la bella ojiverde
— ¿Tú... hiciste ejercicio?
— ¿Y que demonios más hacía sin poder follar, mi esposa estaba ausente, pero ahora ya está de vuelta y tengo la intención de recuperar todo el tiempo perdido
Alessandro, subió a la cama, fijo su azul mirada en su mujer, la había extrañado incansablemente, besos sus labios con pasión, con deseo, recorrió con sus manos sus piernas y su redondo trasero
Dariana, se estremecía con cada caricia hecha por él, ella también lo había extrañado con cada fibra de su ser, que la besara como solo é