Desbloqueé el teléfono y vi más mensajes de Camila.
“Acabo de llevarle la cena a Mateo, le encantó, no dejaba de hablar bien de mi comida.”
“Mateo incluso me pidió que le diera un masaje, jeje. Aunque dice que solo te quiere a ti, la verdad es que le gusta más estar conmigo.”
“No lo esperes esta noche, ¿sí? Tal vez vuelva muy tarde, porque quiere que lo acompañe.
Leyendo esos mensajes, sonreí de ironía.
Camila era muy infantil.
No planeaba responderle, pero justo cuando iba a apagar el teléfono para dormir, me mandó más mensajes:
“¿Qué pasa? ¿Te pusiste triste?”
“Aurora, te lo aclaro desde ya: Mateo solo puede ser mío.”
Muerta de la risa, ahora sí le contesté:
“Sobre la cena, Mateo ya me contó. Me aseguró que no se comió nada de lo que le llevaste, que pidió comida a domicilio.”
“Además, acabo de hablar con él por teléfono. Me dijo que está solo en la oficina, trabajando. Así que eso de que te pidió que lo acompañaras, no es cierto.”
“Y por último, deja de mandarme estas bobadas. Das p