Capítulo 426
—¡Estás loco! —le grité, después de que soltara mi mano de un tirón y casi me tumbara al piso.

—¿En qué momento he cocinado por amor, dime? ¡Fuiste tú el que se inventó esa tontería de querer comer lo que le cociné a Javier y me obligaste a hacerlo! ¡Y encima, me quemo y ni una palabra de consuelo! ¿De verdad también tienes que burlarte?

—Ja —se rio al instante, con esa voz molesta—. O sea que para Javier cocinas feliz, pero hacerlo para mí es un castigo, ¿verdad?

Blanqueé los ojos, ya cansada.

Este hombre tenía un don para malinterpretarlo todo.

Como no quería seguir discutiendo, solo le dije:

—Come y ya, ¿sí?

Y me fui directo al baño.

Mil veces prefería estar sola que aguantar otra pelea absurda.

Abrí la regadera y dejé que el agua caliente me quitara el cansancio.

En el set casi no hacía nada, solo descansaba.

Pero al salir, entre las compras y aguantar a Mateo, acababa muerta.

Me quedé bajo el agua un buen rato, solo para no tener que salir a verlo.

Cuando por fin salí, Mateo ya ha
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