En la mañana miré por la ventana se metía tímidamente la luz del sol, la noche había acabado y debía irme. Me puse de pie, Demián no estaba en la cama, escuché el agua correr, debió estarse duchando, así que pensé una o dos veces y decidí entrar, debía darme un duchazo para después volver al hotel para recoger mis cosas y salir al aeropuerto.
-Buenos días - grité.
-Entra Renne, estoy por terminar de ducharme.
-Ok.
Me saqué la camisa gris, entre a la ducha y Demián me abrazó por atrás, me di vuelta y lo abracé para besarlo.
-Sí seguimos así no viajo hoy en la mañana.
-No quiero que viajes - respondió besándome el cuello.
-Sabes que debo volver - exclamé y me soltó molesto con el ceño fruncido - Demián trabajo allá...
-¿No será por otro? - respondió mordaz. ¿por qué los celos?
-¡Joder! Con el único imbécil que me acuesto por esa maldición es contigo -grité.
-¿Maldición? Es absurdo.
-Sí, debe ser absurdo ya que te