Los días que siguieron al regreso de Zachary al colegio se asentaron en una rutina tensa y dolorosa. Cada mañana, Eliana lo esperaba en la puerta de su casa. Después de la humillación del primer día, había cambiado de táctica. Ya no había sonrisas brillantes ni exigencias desesperadas. Ahora lo saludaba con una fragilidad que a Zach le resultaba casi peor.
- Hola, Zachy. - le dijo esa mañana, encogiéndose bajo su suéter a pesar de que no hacía frío. - ¿Dormiste bien?
- Supongo. - respondió él, metiendo las manos en los bolsillos de su chaqueta.
- Anoche estuve viendo fotos... ¿recuerdas ese viaje que hicimos a la cabaña del lago? Gabe casi incendia la cocina.
Zach suspiró, el sonido cargado de cansancio. - Eliana, ya te lo dije. No lo recuerdo.
- Lo sé, lo sé. - se apresuró a decir ella, con miedo a que se enfadara. - Solo pensé que... tal vez si lo mencionaba...
Caminaron en silencio. Para Zach, era una tortura. Sentía su mirada sobre él, analizándolo, esperando un destello d