Nuestro cielo
Nuestro cielo
Por: Caroline Rebolledo Ospino
1.

Dudo de cuando escucho decir a la gente que el tiempo lo cura todo, esto no puede ser cierto. En mi caso no era así, mis heridas nunca terminaron de sanar por algún motivo. Miré la sortija en mi mano y la arrojé por la ventana, eso era una farsa, todos estos últimos años de mi vida lo han sido. Me acuesto en la cama, perdido en mis pensamientos. Esta noche no he podido cerrar los ojos ni un segundo y menos hace unos instantes, ya que Iris me llamó demandando cada vez más de mí, y no sé qué hacer o cómo decirle las cosas. Tantos años sin pisar esa casa y con tan solo un par de horas que estuve ahí, volví a devastarme igual que antes, es que parece que esto nunca voy a poder superarlo. Odio esta vida, si es que a esto se le puede llamar de así. Me voy a remontar a los años en que mi vida tuvo un gran cambio, lo que me hizo ser lo que soy ahora y también la época más feliz de todas, los inicios del gran amor de mi vida que casi acaba con ella.

Cinco años antes.

Camino hacia la tienda por unas dos o tres cervezas, lo hago sin que papá lo note o va a empezar a fastidiarme. Voy a contarles quién rayos soy.

Mi nombre es Cristóbal Bustamante, hijo de Pedro Bustamante. Un empresario muy conocido en Barranquilla. Él es mi modelo a seguir, cuando sea mayor quiero ser como él ya que es una persona admirable, tiene sus propios negocios, está felizmente casado con mi madre y lleva una vida ejemplar. Eso es lo que quiero para mí, llegar a cierta edad y encontrar una pareja para toda la vida. Lo único malo de él es que tiene un extraño sentido del humor, le divierte insultarme y no solo a mí, a cualquiera.

Físicamente soy alto, mido alrededor de 1,80, tengo piel blanca, cabello negro y cejas gruesas, esto heredado de papá, aunque él lo usa bastante corto y yo tengo el mismo corte desde que tenía doce años, ni tan largo, ni tan corto, cae hasta mis cejas y es un poco más largo atrás. No sé si me veo bien o soy horrendo, no me puedo clasificar.

Mis compañeras de clase dicen que soy de los más guapos del instituto, pero cada vez que me veo en el espejo, me espanto. Cumpliría dieciséis en un par de meses.

Estudiaba en una de las mejores escuelas de la ciudad, aunque no me sentía muy cómodo en esta, las personas allí eran demasiado superficiales, incapaces de mantener una conversación de algún tema profundo, solo sabían hablar de fiestas, licor o internet, todo esto es una m****a. La sola idea de pasar el tiempo en fiestas me parecía muy infructuoso, una manera muy vana de desperdiciar mi vida. Me pasaba todos los fines de semana leyendo libros o viendo alguna serie, muy poco salía, cosa que mamá reprochaba. Ella no es mi madre, es mi madrastra, pero la quiero y considero como tal. A Fernanda nunca la conocí, vive en España con una de sus hermanas y nunca se hizo cargo de mí, por eso nunca la llamé mamá. Mi mamá es Julia y siempre será así.

Julia, tiene un hijo biológico un par de meses menor que yo al que no he podido conocer, vive con su ex pareja en el amazonas, ahí es donde está la selva colombiana, no sé qué se sentirá vivir de esa manera, debe ser muy interesante.

Va a venir a estudiar acá por petición de mama, él nunca había querido venir y no sé cómo logró convencerlo.

Para la última semana de enero, papá me puso a armar una cama en la habitación de al lado, ahí iba a dormir mi hermanastro. Me hizo botar muchas cosas que me gustaban para hacer espacio para lo que Leandro pudiera traer, eso me molestó. Ahí guardaba parte de mis libros, porque tengo muchos, comics de colección y muchas pinturas que hago.

-Deja de quejarte, pareces un idiota. -Me dijo papá, no era justo que me hiciera botar las cosas que he guardado por años, no estaba en contra de que Leandro viniera, pero no debía botarme nada.

- No me llames idiota, me irrita cuando lo haces. -Bufé. Soy un poco malgeniado o bueno, bastante en realidad, he tratado de responder bien cuando me hablan, pero se me dificulta bastante. A papá lo respeto, pero siempre está llamándome idiota, imbécil o retardado, sé que lo hace en broma, pero no soporto eso. No tengo mucho sentido del humor y menos socializo con la gente.

-Espero que te lleves bien con Leandro, no le respondas mal a él. Puede que sea tu única oportunidad para tener un amigo, no la desperdicies por favor.

-Me da igual, no lo voy a gritar si eso piensas papá, pero no esperes que me lleve de maravillas con él, nunca lo he visto en mi vida.

Luego de un rato, terminamos de acomodar todo porque en la mañana llegaría Leandro, papá me dijo que lo fuera a recoger al aeropuerto en su auto, pero no lo iba a hacer de ninguna manera, ni que fuera el presidente para tener que salir corriendo tras él. Aunque tampoco lo haría por él. El presidente de mi país es una b****a, literalmente b****a, le debe dar vergüenza hasta mirarse en el espejo. Cada vez que él sale en televisión me da dolor en los testículos. Si pudiera ir hasta el palacio de Nariño ahora mismo, iría y me cagaría en toda la puerta.

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