Los días iban pasando y Felicity todavía no ha dicho nada.  A Raymond le cuesta concentrarse cuando está fuera de casa.  Sigue pensando en qué hacer para animarla, pero aún así, no tiene nada.

 Un golpe sonó en su puerta y Morris entró, -señor, el señor Harrison está aquí-

 -¿Programé una reunión con él?-

 -Sí señor. La cita había sido fijada desde el mes pasado-

 -Encuentra una manera de decirle que no puedo encontrarme con él ahora-

 -Pero señor, él es ...-

 -Morris, no puedo encontrarme con nadie hoy, ¿no lo entiendes?-

 -Sí señor. Hablaré con él-  salió de la oficina.

 Raymond exhaló un profundo suspiro y se secó la cara con las palmas.  No puede creer que puso a Felicity en su condición, el solo pensamiento lo estaba matando.

 Morris volvió a entrar a su oficina -Me las arreglé para explicarle señor, dijo que debería llamarlo cuando esté libre-

 Raymond se limitó a asentir.