Abrazar a mi hija, besarla, estrujarla entre mis brazos quedaba tan corto porque sentía que no era suficiente.
Está más grande, y gatea hasta el punto que está a días de pararse en dos patitas. Mi niña hermosa, definitivamente es hermosa y se parece a mí. Bastante.- ¿Cuánto tiempo estuve inconsciente? – pregunto de repente, ellos se observan unos a otros evadiendo mi pregunta. – Pregunto en serio.- Casi tres meses.¿Casi tres meses? Inconsciente- Es mucho tiempo. – susurro. – y ellos asienten. - ¿Dalbert?- Nunca te dejó sola. Se mudó a trabajar aquí para poder cuidarte. – señalando un escritorio en la habitación. – pero tuvo que viajar con Paulo y aún no ha vuelto.- ¿Hace cuánto se marchó?- No te atormentes. – dice mi prima, mientras toma a Lúa en