Estábamos tan sumergidos en nuestra burbuja que no nos percatamos de los movimientos en nuestro alrededor. De no ser por Luis y otros hombres ingresaron corriendo.
Todo fue rápido, los ventanales estallaron y los disparos surgieron. Envolví a Olivia y nos lanzamos a suelo. Debía sacarla de aquí, la vi lagrimear por el miedo y me sentí impotente.La arrastré hasta la parte trasera del lugar, junto con algunos de nuestros hombres, y la saqué del lugar.- Nos tienen rodeados. – dijo uno de los hombres.- Maldita sea, ¿Cómo es que no se dieron cuenta que nos seguían? – grite colérico, mientras el frio viento azotaba mi rostro al pisar el callejo oscuro del restaurante.Corrimos hacia el otro lado, y Olivia sin dudar detuvo un taxi sin soltar en ningún momento mi mano, sus lágrimas corrían por sus mejillas y me dolía verla así, pe