Capítulo 6 - No hay como arreglarlo

Se puso furioso, pero ahora estaba loco.

—Nadando, y no me encuentro desnuda, además a ti que te importa cómo me veo, si solo soy una masa de celulitis y flacidez.

Sus ojos cambiaron al escucharme, esas eran las palabras que constantemente me decía.

» Si me permites continuaré nadando.

Los primos bajaron, se sentaron en una de las sillas retiradas de nosotros. César me arrastró con él de nuevo al agua y sin darme tiempo a reaccionar pegó su boca con la mía, su pelvis con el mío, su miembro estaba duro.

—La verdadera razón por la cual no quiero que uses ese tipo de vestuario es porque así me pones cada vez que te veo, tienes un tono de piel precioso para mí, tienes un cuerpazo y un culo...

—Esas palabras las estás pronunciando muy tarde. —Me alejé de él.

—Ni pienses en salir de esa forma, María Joaquina.

Hice caso omiso, llegué al borde, salí lentamente, la toalla la había dejado al otro extremo, solo fui consciente de lo que pasaba cuándo los gritos a mis espaldas me hicieron girar. C
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