—Presumía mi matrimonio como el perfecto y aunque teníamos nuestras diferencias y a pesar de mis caprichos nos entendíamos muy bien. Él me consentía tanto. —Se le quebró la voz, respiró y continuó.
» El orgullo no me dejó asumir mi derrota, Maju en esos últimos minutos con Vladímir, me lavó, exprimió, planchó, barrió, pisoteó y botó a la caneca de basura. —Había una gran tristeza resignada en esa mirada—. ¡Imagínate!
» A mí, a Socorro Benedetti Novoa, quien tenía a sus pies a infinitos hombres y me llenaba el pecho diciendo que había escogido al mejor hombre, mira con lo que me salió. —volvió a mostrar ese dejo de tristeza en sus ojos grises, otra característica familiar.
» Tengo mis defectos Maju, pero créeme, no soy mala persona, ayudo a la gente, lo trataba como mi sol, él era mi vida, sabes que solo él logró llegar a mi alma. ¡Pero bueno! Todo es un aprendizaje.
—Perdóname por no estar pendiente de ti.
—Tú te encontrabas con tus problemas, Maju. —soltó la carcajada—. Yo aceptando