Madisson
Mi mundo se vino abajo cuando vi a Víctor subir al autobús con dos tipos armados que apuntaban a todo el mundo. Fuera habían algunas patrullas con tipos vestidos de policías, corruptos.
Mi preocupación por José no cesaba, ya no lo veía, y la angustia ante la idea de que le hicieran algo me descontrolaba.
Jadeé de miedo cuando uno de los tipos que acompañaba a Víctor apuntó con su pistola en mi dirección.
—No disparen por favor —supliqué—. Tengo una niña, no la lastimen.
Un Víctor embravecido cruzó por delante del tipo y se inclinó hacia Lucia, me la arrancó de las manos, forcejeé, quise aferrarme a ella con toda mis fuerzas, pero solo me quedó mirar como la desprendían de mis dedos y se la entregaban a otro tipo que terminó sacándola del autobús, mi niña lloraba desesperada.
Hice el intento de levantarme y correr en su dirección pero una fuerza mayor me obligó a volver a sentarme, lo que le siguió a ese empujón fue una bofetada brusca que me hizo mirar al autor de ese