Capítulo 8

La vida continuaba y el tiempo transcurría. Bárbara se adaptó a su rutina, y aprendió a llevar su doble vida. Los clientes que conseguía Michelle para Sonja eran todos iguales. Todos iban por lo mismo, y ella aprendió a poner una sonrisa en sus labios, independientemente de lo que ocurriera en su familia y dentro de su cabeza. Sus mundos estaban separados y así debían permanecer.

El día comenzó como cualquier otro. Cuando Bárbara terminaba la jornada de trabajo en la pastelería sonó su teléfono y supo que tendría que atender un servicio esa noche.

Como siempre lo hacía, fue a casa, atendió a los chicos y luego los dejó al cuidado de la tía Engracia. Se duchó y vistió su uniforme y partió hacia la agencia.

Al llegar, le informaron que Michelle la esperaba en su oficina. Se dirigió allí y llamó a la puerta. Al escuchar que Michelle le autorizaba a entrar, abrió y entró.

Allí estaba Michelle, perfecta como siempre y le regaló una gran sonrisa a Bárbara, señalándole una silla cerca de ell
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