Al día siguiente, era como el medio día cuando Marypaz al enterarse que su tío Miguel ansiaba tener más hijos fue nuevamente acompañada esta vez de Mike y Dafne a hacerle una propuesta al vecino del abuelo.
Una vez más se encontraron con el hijo del señor Villamizar.
—Hola niño, ¿está tu papá? —indagó la pequeña.
El pequeño resopló, dibujó una mueca en sus labios.
—No se encuentra, y dejen de venir a molestarnos —advirtió.
Mike era mucho más pequeño, apenas tenía cinco años, claro que era alto para su edad, pero el otro niño le doblaba la edad, sin embargo, irguió la barbilla y se paró frente a su prima para defenderla.
—Venimos a hacer una nueva propuesta —dijo el niño con firmeza.
—Ya les dijo mi papá que no estamos vendiendo —habló el niño.
—Ahora te ofrezco doscientos pesos por cada hectárea, es mucho dinero —expuso Marypaz—, quiero treinta hectáreas, haz el cálculo.
El niño de nuevo empezó a contar con los dedos se quedó en silencio varios minutos.
—Son como… seis mil pe