No sé sentir después de aquel día, no.
No vi la comisura de la sonrisa que se te dibujaría
o el color de tu iris cuando abrieras tus ojos al mundo por primera vez
entre mis brazos cargados de miedo por ser algo o alguien mejor para ti.
Tus pequeñas manitas presionando con fuerza mi dedo índice
por temor a que me marchase y te dejase, sin saber que
al ser que tomabas se había abandonado desde hace mucho.
No creciste conmigo, yo crecí contigo. Sin saberlo.
El frío de las noches cala sin piedad
restregándome la cruel verdad,
la mirada perdida no se me quita desde aquel día,
daría todo por escuchar tu llanto en esos segundos cruciales
donde el amor en esencia dice que tu vida y la mía
se definen en el más hermoso vínculo humano.
Pero no. Nada de eso sucedió.
No estás. No te sostuve como debía.
Y es que si tan solo la historia se hubiera escrito diferente...
hoy al menos sabría lo que es volver a sentir.