Capítulo 8. NO QUIERO QUE DESPUÉS ME ACUSES DE SECUESTRO.
Recuperé la consciencia sintiéndome descansada a plenitud. Me estiré cuan larga era y me acurruqué a la almohada con su olor mentolado y masculino, aspirando esa esencia que me agradaba tanto.
Espera... ¿Qué?
Los acontecimientos del día anterior me llegaron en una película a gran velocidad. Me aferré a la almohada como si la vida se me fuese en ello. Abrí los ojos y me encontré en la habitación de Rámses, pero él no estaba por ningún lado. Me vejiga estaba llena y necesitaba ir al baño con urgencia. Me levanté de la cama y me encerré en el baño, justo cuando escuché la puerta del cuarto abrirse.
Me lavé la cara y los dientes, y en la medida en que pasaban los segundos, comencé a recuperar parte de mi sensatez. Me había escapado de la casa, aunque seguía considerando que era justificado, había pasado la noche en una fiesta en una playa y el amanecer también, y había dormido en la casa de un chico que apenas conocía y con él que también compartí su cama. El calor se agolpó en mis mejill