84°

Alexander guardó silencio un rato. Yo sabía que la historia no había terminado, pero no me atrevía a pronunciar ninguna palabra, solo me quedé ahí, en silencio, frente a la mesa con él. Cuando al fin se armó de valor para continuar, suspiró profundamente.

— Ella me había dicho que la llevara a casa, que la dejara en la puerta y que pareciera un robo. Y eso hice porque se lo había prometido. De todas formas, ya estaba muerta, no serviría de nada. Ella me dijo que si ustedes se dieran cuenta de lo que había sucedido, pondrían la denuncia, y eso pondría en riesgo sus vidas. Y yo ya había prometido protegerlos, Ana Laura. Había prometido que los cuidaría y si ustedes trataban de indagar en lo que a ella le había sucedido, aquella banda criminal probablemente trataría de silenciarlos, así como la silenciaron a ella.

» Por eso la dejé ahí, en la puerta. No sabes lo difícil que fue para mí tener que dejarla ahí. Se veía tan sola — , comentó con los ojos llenos de lágrimas, y yo no pude evit
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