104| Alex.

A pesar del dolor que tenía en el rostro y en el cuerpo con los golpes que me había dado con Federico, el cuerpo se me llenaba de una extraña energía.

Xavier seguía ahí, de frente a mí, después de haberme dicho aquello, entonces sentí que la rabia me trepaba por la garganta.

— Está bien — le dije con seguridad — . Hay que hacerlo. Hay que hablar personalmente con ese hombre, preguntarle quién es el tal Máximo y por qué me quiere muerto. Creo que llegó el momento de que lo enfrente.

Pero entonces mi hermano se puso de pie y, mientras me revisaba las heridas de la cara, seguramente pensaba que yo era un idiota.

— Por supuesto que no. Tú no puedes ser el que hable con aquel hombre. Aparte de que sería demasiado sospechoso para la policía verte ahí, ya que recuerda que todo mundo te conoce. No creo que aquel hombre te diga algo. Recuerda lo que hablamos el día del atentado. Tal vez no hay que llegar como enemigos, hay que llegar como aliados.

— Entonces, ¿quién va a ir? — le pregunté,
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