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De vuelta en la Casa del Alfa, le preparé una bebida caliente a Salomón en la cocina mientras revisaba el refrigerador buscando qué preparar para la cena. Había sido agradable cenar solo nosotros dos; conversábamos con tanta facilidad, especialmente cuando recordábamos nuestra antigua manada.
Sabía que no debía hacerlo, que tenía que dejar esa manada en el pasado, pero era la manada de mamá y me encantaba hablar de ella.
Mientras le echaba leche al café de Salomón y lo revolvía, alguien presionó mi enlace mental justo cuando se lo ponía enfrente.
—¿Luna?
—¿Sí?
—Hay alguien en la entrada preguntando por ti. Pero creo que hay algo raro... es una trampa, tal vez un ataque. —la voz del guardia sonaba nerviosa.
—¿Cómo que algo raro?
—Se parece igualita a ti. En serio, si no fuera imposible, juraría que eres tú.
—Oye, ¿qué te pasa? —la mano de Salomón tocó mi mejilla, haciéndome saltar y salir del enlace mental.
Solo cuando bajó la mirada a mi mano me di cuenta de que aún tenía su café c