A la mañana siguiente, Jasha volvió a sentir un dedo solitario rozar su pecho, haciéndolo gemir. La promesa en esa indirecta burlona lo puso rígido instantáneamente.
La mayoría de sus días comenzaban y terminaban con la misma rutina. Aun que, rutina, estaba lejos de ser la palabra correcta, los procedimientos estaban lejos de ser rutinarios.
Cada mañana y cada noche era una aventura nueva, única y emocionante mientras exploraba nuevas formas de complacer y adorar a su novia.
Nadine se rió de sus aparentes intentos de besar cada centímetro de su piel, y él simplemente sonrió, tomando nota mentalmente para hacer precisamente eso.
Pronto, demasiado pronto, se levantaron de la cama y se prepararon para el día. Esta noche sería su primera noche en París, comenzando con su llegada a media mañana, ya que habían optado por el paseo panorámico de tres horas en automóvil.
A lo largo del camino, propusieron escapadas y planes de dónde comer primero y qué tiendas tenían que visitar después.
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