SOFÍAMis ojos se sentían pesados, mi boca seca y mi cuerpo entero se sentía saturado.Demoré en abrir mis ojos, en adaptarme a la luz, en volver a enfocarme en la realidad. Mis recuerdos eran vagamente borros. Recuerdo el muffin, la persecución, la falta de aire, mi rostro hinchado y Eric.La angustia en su voz, en como sus brazos me envolvieron y en como finalmente caí en la oscuridad.Me removí en la cama que reconocía muy bien, era la nuestra. Ya no estábamos en la oficina, sino que estábamos en el pent-house. Me giré quedando de costado, guardando mis manos bajo la almohada y apoyándome en ella mientras miraba la puerta.Porque era solo cosa de minutos o quizás segundos en los que él se daría cuenta que mi ritmo cardiaco aumentó y…–¿Cómo estás? –preguntó abriendo la puerta completamente.Una pequeña sonrisa se instaló en mi rostro y me acurruque más contra la almohada.–Mejor, ¿Qué sucedió?–Comiste un muffin de nueces –responde cerrando la puerta y caminando hacia donde me encue
ERICVi mi celular por vigésima vez desde que me senté en mi silla, verificando si algún mensaje nuevo entraba. Lo he hecho desde el mensaje de Michael avisándome del pequeño momento de pánico de Sofia y de como ella había podido sobrellevarlo, sin dejarse vencer por ello y no pude evitar sentirme enormemente orgulloso de ella.Lo que menos quería era dejarla luego de lo sucedido, pero esta reunión era importante y a pesar de que quiero fijar mi atención en lo que dicen, me es imposible ante el pensamiento de que se sienta desprotegida andando en automóvil y yo no esté ahí con ella.Vuelvo mi vista al frente viendo las diapositivas que uno de los socios muestra y explica, nada nuevo la verdad. Cada reunión dice lo mismo, todo marcha de acuerdo lo acordado, no hay retrasos en los papeleos, el personal ya ha sido contratado, bla bla bla.Me hubiera encantado dejar pasar esta y haberme quedado con mi mujer, pero las desventajas de ser el jefe son estas.Antonio a mi lado asiente con la c
OMNISCIENTE1/2Las nubes grises cubrían por completo la ciudad, no había rastro del sol que se encontraba oculto bajo las espesas nubes. Tampoco era un día cálido como lo habían sido los anteriores, si bien no llegaba a ser gélido, se podía sentir la brisa de baja temperatura azotar la piel.El trafico ya comenzaba a cobrar vida por las transitadas calles, el aroma a café y pan recién horneado flotaba por fuera de los locales que comenzaban a abrir y atender sus primeros clientes. La gente comenzaba a fluir por las calles adentrándose en los subterráneos para subir al metro e ir a sus respectivos trabajos.Las calles cobraran vida ante los mares de gente moviéndose por ellas para llegar a los lugares donde cada uno debía ir. Todos caminando deprisa, todos hablando rápido, todos apresurados con aquel típico animo de mañana en una gran ciudad.Todos menos una pareja que recién comenzaba su día, pero de la misma manera que todos. Sino que su día iniciaba un poco más agitado.Eric se mecí
ERICAlgo no iba bien.Cada terminación nerviosa de mi cuerpo me advertía que algo no iba como debería.Revise mi celular en caso de que me hubiera llegado algún mensaje o algo, pero no había nada. La reunión ya estaba por terminar y lo único que quería era pararme e ir tras mi mujer.volví a dejar el móvil sobre la mesa y me centré en el último punto de la reunión.–Finalmente hemos concluido los temas con los camioneros –habla el encargado de marketing–. Se firmó el contrato y todo está en orden.–Al fin –suspiramos casi todos al mismo tiempo.No es de extrañar que más de alguno estuviera colapsado con el tema, no era primera vez que los camioneros ponían trabas en el asunto y eso que solo moverían archivos de papel.No quiero ni imaginar cómo sería si fueran cosas de un poco de más valor. Porque al fin y al cabo si son papeles importantes, los cuales si llegasen a manos incorrectas podrían destruir empresas gigantes.–Demos por concluida la reunión entonces, vayan a sus casas y des
ERICEl dolor de cabeza me despertó.Sentía como mis sienes palpitaban y la sensación de que alguien martilleaba mi cráneo me hizo removerse sin poder abrir los ojos.–¿Me explicas porque yo no sabia de esto? –la voz de su padre llego desde la lejanía.–Lo siento señor, pero no lo sé.–Es un caos, un completo caos –volvió a escucharlo.Gruñó ante el dolor y las voces que llegaban, se giró hacia el lado izquierdo y estiro la mano para poder abrazar a su mujer, rodearse de su aroma y así poder calmar el malestar en su cabeza, pero no encontró nada.Abrí los ojos con rapidez para ver el lado de la cama vacío y todo llegó a mi memoria.La reunión, sus mensajes, los besos que me dio antes de irse, el cuerpo de Michael, su ausencia.Me senté en la cama llevando una mano hacia mi cabeza, el dolor palpitante solo aumentaba con cada segundo y mi visión se encontraba media nublada por aquello. Las voces se detuvieron en algún momento y traté de enfocar mi vista lo mejor que pude hasta que di c
ERICHoras después.Owen olfateaba cada centímetro del asfalto, intento obtener alguna pista, algo que nos ayudara para poder encontrar a nuestra hembra, pero no podíamos encontrar nada.Ya eran altas horas de la noche, mi padre había agendado una video llamada con el Alpha rey para solicitar ayuda que seria a primera hora de la mañana. Deberíamos estar descansando o al menos intentarlo para poder estar al máximo en esa reunión, pero no podíamos.Apenas anocheció un poco más y Owen se recupero de los efectos del sedante, me escabullí, tomé el auto y vine hacia el departamento de mi mujer. Deje que mi lobo tomara el control y buscara algo, lo que sea que nos pudiera ayudar ya que sus sentidos estando como Lobo eran mil veces mejores.A pesar de que lo hemos intentado, no damos con nada. Si bien todo sucedió hace unas pocas horas, el aroma de Sofía se ha desvanecido como si hubiera pasado hace días y no horas.–Creo que aquello que utilizó para cubrir su aroma y sonido afecta en el de e
TOMÁS Tres días. Ese es el tiempo que ha pasado desde que pude volver a tener a mi mujer. La sonrisa no se me borra de la cara y creo que desde que ella había aceptado estar conmigo no era tan feliz. Nunca he sido realmente feliz, sin contar el tiempo que estuvimos juntos claro, pero aun así a veces ese sentimiento se veía opacado por mi madre. M*****a mujer. Siempre metiéndose donde no debe por querer más de lo que una perra como ella tendría que tener. Pero pronto tendrá lo que merece, me aseguraré de ello. No sé como mi padre la ha aguantado tanto tiempo, quizás porque el vinculo que tienen lo vuelve estúpido por aquella zorra, pero eso nunca me sucederá a mí. Porque mi mujer nunca ha sido vanidosa ni materialista, por lo tanto, seremos felices con lo que tenemos. Y mi amor por ella bastará para mantenerla feliz. Me levanto del sillón donde me encuentro y camino por nuestra cabaña en dirección al cuarto principal, abro la puerta despacio y me apoyo contra el marco de la puer
ERICNo he dormido casi nada en los últimos cuatro días.No puedo, ni quiero.No cuando mi mujer aún esta desaparecida y no tenemos nada remotamente cercano a alguna pista para llegar a ella.Las pocas veces que he dormido no son más de dos horas y solo se da cuando mi padre o Josefina logran meter sedantes en lo que como o bebo. En consecuencia, mi cabeza me duele. El pecho me duele y mi cuerpo entero duele debido a que no la tengo aquí conmigo.Mis codos reposan sobre mis rodillas mientras veo por el ventanal.Puedo sentir a la gente moverse por el despacho, sus voces ideando y planeando nuevas estrategias para poder dar con algo, pero no presto atención a nada.El Alpha ayer mando un mensaje informando que se retrasaría un día, así que se supone que hoy debería llegar. Y no tengo nada.–¿Eric?Escucho la voz de mi padre, pero no volteo.–Eric, hijo –su meno cayó en mi hombro–. El Alpha llegó a la ciudad, viene en camino.Asentí, pero continué mirando hacia fuera. Claramente insatis