—¡Rayos, Evan! ¿Hasta cuándo beberás como lo haces? ¡Mírate! de seguro no puedes ni dar un paso del dolor que te aqueja ¿cierto?
—Roberta… no quiero sermones… no por ahora, además, no vuelvo a hacerlo.
—Si, por supuesto, lo mismo dijiste en tu cumpleaños cuando te fuiste a las vegas y trajiste a tres bailarinas contigo.
—Era mi cumpleaños... además, quería pasar el mal trago de que mi madre había robado previamente mi lugar de trabajo.
—Pues, hablando de ella está en la cocina, al parecer esta sobria y hambrienta ya que está devorando el resto del desayuno.
—Recuerdo haberte prohibido que le dieras acceso en la casa ¡¿Porque carajo no obedeces?!
—Si lo hice, no sé cómo entro y para cuando la note estaba en la cocina comiendo.
—De ser así despediré al servicio de seguridad y buscare a otros, preciso por ella los contrate.
—Pienso que antes de tomar esa decisión hables con ella, de esa forma podrías enterarte como hizo para acceder.
—No planeo hablar con ella, la cabeza me retumba y no estoy para escucharla. —dije, levantándome para aproximarme a la mesa y empezar a comer.
—Aprovechare que desayunas para encargarme de tu baño, el cual de seguro debe de estar del asco.
—Acertaste… aunque te recomiendo que uses un cubre bocas, el olor de todo lo que ingerí más las bebidas no está adecuado para entrar, todo el lugar apesta.
—Qué bueno que lo dices y como siempre estoy preparada—refirió para colocarse dicho implemento y acceder a hacer la labor.
Después de haber comido el desayuno comencé a sentirme mejor, aunque aún sentía la cabeza dándome vueltas. Roberta al terminar su labor salía exhausta viéndome confusa.
—¿Cómo es posible que todo ese desastre lo hayas hecho solo? No hay rastro de que hayas traído acompañantes.
—La noche no salió como quise, ya te dije que exagere con la bebida, pero no pasó nada, tome mi auto y volví a casa.
—Aun no entiendo como llevando una vida así continuas en este mundo.
—Desde mi punto de vista si desaparezco te quedarías sin empleo ¿has contemplado eso?
—Sí y por eso quiero que cambies tu manera alocada de llevar la vida.
—Lamento desilusionarte Roberta, pero hasta no hartarme no lo hare y no me quites el tiempo, debo apresurarme a vestirme, en menos de una hora debo ir a la agencia donde laborare hoy y por la noche asistiré a un evento que realizaran, la propietaria se tomó la gentileza de invitarme, así que mañana no me esperes despierto temprano.
—Como de costumbre—expreso para abandonar la habitación.
Habiéndose retirado la empleada me di un baño veloz, seguido de eso de la misma forma me aliste. De camino al espacio fotográfico que albergo en casa me topaba con mi madre, la cual se cree con autoridad para recorrer mi propiedad a su antojo.
—¡Mi querido y guapo hijo. ¿Porque no has bajado a recibirme?!
—¿Se puede saber cómo demonios entraste?
—Un mago nunca devela sus trucos, cariño.
—¡Ah sí! pues que tal esto, a la próxima que entres llamo a la policía por allanar mi propiedad.
—Pero que exagerado eres, tal cual como tu padre, por eso no lo soporte y nos divorciamos.
—No soy un exagerado, vienes a robar mis pertenencias y te vas como si nada, ¿te parece poco? Con relación a mi padre, tu desfachatez nadie la aguanta, incluso yo, por eso quiero que te largues en este momento.
—No hasta que me digas si iras a la reunión de mi madre.
—¿Qué? ¿Cómo sabes eso?
—Ella me hablo sobre eso después de pagar mi fianza.
—Lo que estés tramando con ella no me interesa—proferí para seguir mi camino, sin embargo, sus palabras me lo impidieron.
—No tramo nada, pero tu abuela quizás sí, la vi muy interesada en ti, siendo tu iría, sobre todo si se trata de su herencia.
La falta de vergüenza de mi madre no tenía limites, aun después de cómo me crió, todavía pretendía seguir usándome con el fin de extraer dinero de otros, tal como lo hacía cuando era pequeño, cobrando la pensión que mi padre brindaba para mí y que ella entre sus vicios y libertinaje tomaba gran porcentaje...
PDV: Viena
Al cabo de unos minutos de haber llegado a la agencia me topaba con dos compañeras. Kristell, rubia egocéntrica con la cual he tenido algunos roces y Megan, la cual era la acompañante de Sam. Justo esta última en ese instante se pronunciaba para dar uno de sus comentarios petulantes.
—Sigo sin entender como Silvia te incluyo en esta sesión de fotos, sobre todo después del espectáculo que le hiciste a Sam—espeto Megan, admirándome con la altanería que la caracteriza.
—Eso es completamente cierto ¿Te imaginas que actué de la misma manera con todos los clientes? —recalcaba Kristell como si no estuviese presente.
—Párenle las dos, el hecho de que me hayan incluido no tiene por qué importarles a menos que estén celosas, mejor ocúpense de lucirse esta noche y tú de que Sam no te descarte como acostumbra hacer.
—Pero que tonta eres Viena, no estamos celosas, además, debes entender que esto es un negocio, no pretendas ser más que una escort o te golpearas con la realidad, aunque eso es algo penoso que ya te sucedió—refirió para en mi presencia emitir una sonora carcajada.
En vista de que me tenía harta con su parloteo y el hecho de que me tildara de tonta me hizo tomarla de la cabellera, agitándola y haciéndole presión para que sintiera el dolor que merecía. Ante eso que hacía con Megan, Kristell me tomaba del brazo para que soltara a su amiga, acción que me rehusaba en hacer. De pronto sentí que me tomaban de atrás y me separaban. Al haberme girado para saber quién había intervenido comprobaba que se trataba de Meg, quien me veía como si no entendiera que sucedía.
—Viena ¿Qué rayos haces? —con esa pregunta el par de arpías se alejaron, amenazando que no olvidarían lo que hice.
—Me defendía ¿Porque interviniste?
—Si Silvia hubiese visto la escena que armaste en esta ocasión te hubiese despedido, ¿Qué te sucede, no piensas en las consecuencias?
—Si pienso, solo que ese par me hartaron, Megan en especial.
—Supongo que la odias porque Sam esta con ella ¿no? Aparte de que renovó el contrato para que siga siendo su escort.
—¿Renovó el contrato con ella?
—Yo y mi boca, creí que lo sabias, pero acabo de notar que no es así.
—¡Maldito mentiroso! Dijo que… ¡ah! ya no importa.
—Viena, cálmate. Esta noche podrías vengarte. ¿No lo has pensado?
—¿De qué hablas?
—Eres bella, sensual, destácate, busca a uno que esté por encima del resto y sedúcelo, hazte su escort. Veras que eso le afectara, los hombres son orgullosos y egocéntricos.
—No creo que funcione, me dejo claro que ya no le intereso.
—¿Y tú le crees? Vamos, hazme caso, demuéstrale aunque sea de mentiras que lo que tuvieron también para ti fue un contrato, nada más.
—Sabrá que miento, recuerda que te dije… —en ese preciso instante aparecía Silvia, denotando enojo en su rostro y mencionando mi nombre en voz alta.
—¡Señorita Risha! Acompáñeme por favor.