Capítulo 2: Un corazón roto

Un año y ocho meses después…

Ya casi son las nueve de la noche y arman toma a su pequeña en brazos para llevarla a su pequeña cunita, el día ha sido bastante maravilloso para ellos, al menos como padre e hija han disfrutado de una fiesta sencilla pero con toda la gente que los estima y que adoran a la pequeña Aurore.

En cambio Damiana se siente bastante frustrada, sus suegros no hicieron sino criticarla todo el tiempo por la manera de tomar a la niña, por darle dulces, por no haberle puesto el vestido que ellos le llevaron de regalo hace unos días para su fiesta y varias cosas más.

Es por eso por lo que cuando Armand llega con ella a la sala para terminar de ordenar y limpiar todo el desastre que ha quedado, ella no puede evitar descargar su frustración con él.

—Desde ya te digo que el próximo año no haremos cumpleaños, a menos que sea en otro lugar y que pagues para que nos atiendan.

—Mi amor, si estás muy cansada, solo ve a darte una ducha y acuéstate, yo puedo terminar.

—No quiero hacerlo, porque si no mañana o en un mes tu mamá me lo va a sacar en cara.

—¿Y cómo podría suceder eso si yo no le cuento de estas cosas a mi madre?

—Se me salen a mí para demostrarle lo lindo que eres conmigo, lo considerado que es su hijo, a pesar de que ellos a mí no me quieren ni un poquito.

—Estas mal, mis papás si te quieren, lo que pasa es que son serios y tal vez…

—Y tal vez, solo tal vez yo no soy de su agrado porque mis padres me dejaron sola, porque ya no hago nada más que cuidar a Aurore —ella se gira hacia Armand y se cruza de brazos—. Hoy, por ejemplo, no dejaron de criticarme en todo momento por el hecho de que no quería colocarle el vestido que ellos le trajeron para la fiesta.

«Deben entender que yo soy la madre, yo soy quien toma decisiones, yo soy quien conoce mejor a mi hija. Aurore no se siente cómoda con los vestidos y solo por una fiesta no iba a ser que se rascase el cuello sin parar o que se quejara. Merecía disfrutar su fiesta y, por lo tanto, iba a hacerlo si estaba vestida con un pantalón y una playera que la hiciera sentirse cómoda, que la dejara corretear por allí a su ritmo.

«Si se ensuciaba no iba a tener que pensar en cómo rayos quitar la mancha porque era un vestido nuevo, hermoso y que no merecía ese trato por parte de Aurore. También sabes que nunca la dejo comer dulces, pero hoy era un día especial. ¡Es su cumpleaños por amor de Dios! ¡¿Como una niña no iba a poder comer pastel, los chocolates que se estaban ofreciendo a los demás invitados, solo porque a ellos no les parecía saludable?!

«En todo caso, de ser así, lo mejor es que no se hubiese servido nada de eso porque a final de cuentas la fiesta era para ella y no para los demás.

—Entiendo cada una de las cosas que me está diciendo, pero debes calmarte. Ya te he dicho muchas veces que no tienes que prestar atención a lo que los demás digan, sino lo que yo pienso de ti y yo creo que eres una gran madre, que lo estás haciendo fabuloso y tienes razón en cada una de las cosas que me estás diciendo.

—Sí, pero son tus padres los que me dijeron esto, ¿Vas a decirles algo por su comportamiento?

—Por supuesto, en cuanto tenga la oportunidad de hablarle con mi madre.

—No… quiero que lo hagas ahora —Damiana le pasa el teléfono y Armand lo toma, sin pensarlo marca el teléfono de su madre.

Unos minutos después corta la llamada, bastante molesto y las deja sobre la mesa de centro. Continúa limpiando y ordenando mientras, Damiana termina de lavar los platos y vasos sucios en la cocina. Cerca de las once de la noche los dos terminan realmente cansados, Armand le propone a Damiana ayudarla a bañarse para que puedan terminar más rápido, pero ella le dice que no.

Armand se va al cuarto de los invitados y usa la ducha de esa habitación. Se cambia de ropa y se apresura en llegar la habitación con su mujer.

Puede sentirla tensa, incluso disgustada. Se acerca para abrazarla, pero de ella le rehúye y como si ya no aguantase más, sale de la cama y lo mira fijamente a los ojos.

—Armand… Yo ya no puedo seguir con todo esto.

—¿A qué te refieres?

—No quiero seguir así. Hoy no es la primera vez que tu familia me critica. Tampoco es la primera vez que tú te peleas con ellos por mí. Lo peor de todo es que no le dijiste nada a tu madre para reprenderla, para decirle que termine con su comportamiento.

«Por otra parte… Hace mucho tiempo que las cosas entre los dos están frías y yo ya no quiero seguir desgastándome en dos relaciones, una con mi hija y la otra contigo.

—¿Qué quieres decir? ¿Acaso estás insinuando la posibilidad de…?

—No, Armand no la posibilidad, sino que la realidad. Lo mejor será que hoy duerma en la habitación de invitados y mañana mismo me iré a San Francisco con mis padres. Ya lo conversé con ellos y me estarán esperando con una habitación para mí y para Aurore.

—Espera… ¿Qué? ¿Me estás diciendo que además de terminar nuestra relación vas a llevarte a nuestra hija a otra ciudad?

—¿Y qué quieres? ¿Que me quede aquí como mantenida, sin hacer nada? Al menos allá mi madre podrá cuidarla mientras yo trabajo.

—Pero sabes que no lo necesitas. Yo estoy terminando, estoy trabajando por las noches y sabes que después de esto podré trabajar en la empresa de mi padre, para que tú puedas terminar de estudiar.

—Armand, deja de ilusionarme con eso, los dos sabemos que esa empresa jamás se va a levantar, tú nunca dejaras de ser el hijo de un hombre fracasado que llevó una empresa a la bancarrota, tú no tienes la inteligencia ni la fuerza para sacarla adelante, ni mucho menos para darnos a mí y a mi hija lo que necesitamos para vivir porque te falta carácter.

Aquellas palabras se le clavan en el corazón Armand como filosas dagas. Se queda mirando Damiana sin poder comprender que es precisamente ella, la mujer que tanto ama, quien le está diciendo aquellas palabras tan hirientes.

Da dos paso hacia ella, pero Damiana levanta las manos para detenerlo y él no entiende cómo es que llegó a pensar todo eso de él.

—¿Me estás diciendo que quieres terminar conmigo porque estás cansada de mí y también porque crees que no voy a ser capaz de salir adelante ?

—Mira, cuando te conocí eras un hombre inteligente, que demostraba que tenía muchas ambiciones en la vida, pero en algún punto todo eso se te olvidó. Ahora estoy con un hombre que estudia por los días, trabaja por las noches y que los fines de semana solo hace doble turno para poder mantenernos. Ya no te veo y las veces que estás en casa solo es para compartir con Aurore, a mí me has olvidado por completo.

—¡¿Pero cómo puedes decirme eso si compartimos la misma cama?!

—Y eso no quiere decir que tengamos una relación… Al menos por mi parte esto se terminó hace mucho tiempo y solo he estado alargando el asunto por cobarde. Pero ahora que mis padres me están apoyando y quieren tenerme más cerca, creo que aceptaré su ayuda y me iré con ellos a San Francisco junto con Aurore.

—Espera, no puedes hacerme eso, no puede separarme de mi hija —en este punto Armand no puede controlar sus lágrimas y su desesperación, siente que todo le da vueltas, tiene miedo de perder a las dos mujeres que ama al mismo tiempo sin poder hacer nada.

—Se supone que solo será por unos meses ¿o no? Tú terminarás tu carrera y regresarás a la ciudad.

—Damiana —le suplica acercándose a ella—. Yo te amo, por favor, no me hagas esto, sé que puedo solucionarlo.

—No, no puedes. Si al menos dejaras de trabajar tanto para pasar más tiempo conmigo y con la niña.

—Sabes que no puedo hacerlo, con ese dinero es que nos mantenemos.

—Entonces, tú mismo te has dado la respuesta, no tienes como salvar esta relación.

Damiana, toma su bata y sale de allí con rumbo a la habitación de invitados, dejando a Armand por completo sin entender nada de lo que acaba de ocurrir. ¿De dónde ha salido eso? Se sienta en la cama a pensar cómo arreglar las cosas con su mujer, ¿Pero lo cierto es que no tiene idea cómo y no será ahora cuando comience a pedirle ayuda a su padre o a alguien más?

Ya por la mañana, podrá hablar con Damiana y arreglar las cosas. O eso es lo que él cree.

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