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2. Primera impresión y un buen golpe

CHARLIE

Lo bueno del día de hoy, es que me voy. La mala es que el cambio que me dio mi tía fue trascendente, ni yo me podía reconocer, tras el nuevo cambio de ropa, mi cabello castaño casi rubio (aunque admito que no estaba del todo mal), mis lecciones de modales, el maquillaje (para que al usarlo no me ponga cualquier cosa que destruya mi cara), era una nueva y mejorada Charlie.

Créanme una nueva y mejorada Charlie.

Aunque pensaba que el cambio de mi ropa me resultaría incómodo fue todo lo contrario, sinceramente mi tía logró capturar mi esencia y con ello pudo hacer unas cuantas maravillas conmigo. La ropa era demasiado hermosa, y debo admitir que ahora tengo un pequeño trauma por las blusas de hombro, una moda, que para mí, podría jamás olvidarse. Ahora que me podía ver al espejo sentía que seguía siendo yo, quizá mi hermano no podría digerir mucho mi cambio, pero sigo siendo yo, no importaba mi aspecto. Aún con este short y la blusa suelta podía sentir que jamás dejaría de ser yo y eso me reconfortaba.

Estábamos ya en el aeropuerto, mi madre desempacaba mis cosas muy animadamente, sabía que estaba feliz de que fuera ya que no sabía disimular su felicidad en lo más mínimo. Aunque fuera su hija creo que también debía empezar a pensar en si misma, me tuvo muy joven, supongo que eso modificó un poco su vida, supongo tenía otros planes, pero yo aparecí.

Ella trajo a su novio Luke, de hace dos años, y su hijo Max, el cual odio a muerte y que no me ha quitado la vista de encima desde que me vio salir de casa. Creo que verme de esa forma lo pudo tener algo desconcertado.

Cuando mis cosas ya se encontraban fuera del auto, que eran como unas cuatro maletas, los hombres aparecieron y las tomaron sin decir nada. Luke y Max conversaban mientras ponían las maletas en la cajuela. Eso, carguen mis cosas, esclavos. Bien, lo admito, odiaba a Max porque es muy egocéntrico, pero su padre no tenía la culpa de eso. De hecho ambos nos llevábamos muy bien, es un padrastro genial. Casi me daba algo de lástima dejarlo solo con su hijo y mi mamá que quería gastar sus ahorros para poder viajar.

Cuando llegamos a la entrada para ir al avión una señorita llamó por el parlante a los pasajeros de mi vuelo. Sentí un ligero cosquilleo en mi estómago, de cierta manera sabía que irme sería un cambio drástico, aún si iba con mi padre.

Sin pensarlo dos veces con todas mis fuerzas abracé a mi tía, unas lágrimas salieron de su rostro y sentí unas caer en mi cabello.

—Te extrañaré —susurré en su oído, ella me apretó más contra su cuerpo casi dejándome sin aire.

—Igual, bicho —dijo ella con un suspiro integrado.

Reí, ese apodo: bicho, así me llama desde que tengo memoria, amaba que me llamara así y no sabía el por qué de ello.

Me separé y todos estaban en fila esperando que pasara por donde ellos, vi a mi madre, ella me sonrió y la abracé de igual forma, como dije: seguía siendo mi madre y la amaba a pesar de todo lo que vivimos. Aunque tuviera sentimientos reprimidos contra ella no quitaba el hecho de que fui feliz a su lado, pero parece que nuestro tiempo ya acabó, por lo menos por un tiempo.

—Tan rápido te cansas de mí —me burlé, ella rió ante mi comentario.

Asintió, con una sonrisa de nostalgia, le dediqué una mirada tranquilizante y la abracé de nuevo.

—Ellos no saben a qué clase de persona van a tener —dijo negando con la cabeza, me reí al igual que ella.

—Creo que tienes toda la razón, no lo saben, todavía. Te apuesto veinte dólares a que me regresan a la semana.

—Los volverás locos —siguió, asentí mientras iba imaginándome con ellos quemando la cocina, inundando el baño, rompiendo uno que otro vidrio de la sala, arrojando un sin fin de papeles por doquier al igual que mi ropa. Sí, estaban fritos. Una vez que me separé de ella vi a Luke, que se encontraba con los brazos abiertos para recibirme.

Lo miré dando un resoplido, me aventé a sus brazos esperando que todo saliera bien para ellos cuando me fuera.

—Te odio, padrastro —dije sonriendo, este se quedó frío, pero mi risa hizo que se diera cuenta en el sarcasmo de mi voz—. Adiós, Luke.

—¡Charlie! —me regañó mamá.

Miré a Max con una ceja levantada cuando él quiso abrazarme y lo rechacé, este me sonrió, arrogante como siempre, aunque sea un tonto todo el tiempo es muy guapo, por favor, tengo vista, pero sus actitudes mataban cualquier acercamiento, aunque sea de hermanastros ¿y cómo no fijarme en su físico si a veces parecía ser muy dulce? Max era alto, podíamos decir que me pasaba por una cabeza y media con un muy lindo bronceado de tanto tiempo jugando en el parque, con un cuerpo trabajado por todos los días que entrenaba, aquellos ojos color miel con verde en el borde que pueden llegar a hipnotizar y un cabello negro puro que le daba un toque más rebelde a su estilo frecuente.

Igual lo tomé de la mano.

—A ti te odio más que a nada en este mundo —dije con un tono más irónico, este solo sonrió de lado, de un momento a otro me abrazo, lo cual me tomó por sorpresa así que no reaccioné lo más rápido posible, me tensé ante ese movimiento y más cuando susurró en mi oreja.

—Me gusta la nueva tú, Charlie —susurró en mi oído con un tono de perversión para que los demás no se dieran cuenta se acercó más a mi fingiendo solo "abrazar".

Con que le gusta la nueva yo. Ya vamos a ver si te sigue gustando la nueva yo, idiota.

Me separé, le sonreí coquetamente a lo que fui acercándome a su rostro lentamente, el creía que iba a hacer otra cosa pero todo eso se borró de su mente cuando en cuestión de segundos mi puño había impactado en su mejilla derecha, el retrocedió ante mi movimiento, todos abrieron los ojos sorprendidos, él, por otra parte, me miró de una forma inusual, casi divertida, se sobó la mejilla y sonrió.

¿Qué tan divertido es qué te den un buen puñetazo en la cara?

—Buen gancho, niña —su tono de arrogancia de nuevo.

—Púdrete —le levanté mi dedo corazón y se lo restregué en la cara. Oí como mamá me volvía a regañar y mi tía se reía a carcajadas, Luke era el único que estaba algo sorprendido aún pero aún así se rió.

—¡Max, deja a Charlie en paz! — le reprende su padre.

—¡Pero si he sido yo quien recibió el golpe! —se escudó Max.

—De seguro te lo merecías. —Luke sabía que su hijo era molesto y siempre hallaba formas para sacarme de mis casillas.

Los miré a todos.

—Adiós —dije corriendo a la entrada. Mandé un beso volado de burla, mamá gruñó y pegó un último grito el cual decidí ignorar cuando mi cuerpo ya casi desaparecía por el pasillo, mi tía seguía riendo como foca retrasada, Luke se quedó negando divertido y Max estaba sonriendo mientras se sobaba la mejilla hasta que su padre le dio 7un buen tirón de orejas.

—¡Sorpréndelos, bicho! —gritó mi tía de emoción, le sonreí en respuesta.

Y así es como era mi vida con ellos y desde el momento que subiera a ese avión sería otra...

Ahora que voy con mi padre y Will espero sepan reconocerme, aunque lo dudo mucho, han pasado ya varios años desde que no nos vemos y no creo que los mensajes ayudaran mucho, pero sobre todo espero que sepan soportarme.

WILL

Estamos en el aeropuerto esperando a mi hermana Charlotte, hace cuatro años no la veo, ya hasta parecía una eternidad aquello. Nuestros padres se llevaban a la patada así que nunca nos veíamos, por suerte la vimos hace algunas navidades cuando ella insistió en verme, pero con el tiempo formó su vida lejos de nosotros, tanto mi padre como yo estábamos sumamente nerviosos por su llegada.

Ella irá a segundo año y yo a tercero, que era el último, así que sólo pasaremos un año completo juntos hasta mi graduación, si es como la recuerdo, bueno, no era tan chica que digamos, aunque eso era mejor, ningún tipo se le acercaba y yo no cumplía el papel de hermano enojado. Lastimosamente muchos de los chicos que conocía no querían nada serio y no tenían problema en dañar a otra persona para obtener lo que quieren, así que no quería ver a mi hermanita mal. Porque, aunque ella no lo notaba, era muy bonita, tenía la belleza heredada de nuestra madre y la abuela, ambos tuvimos suerte en la repartición de los genes.

Pero quién sabe, todos cambiamos, como yo. Antes era, como decirlo, un pequeño niño, que estaba al borde del sobrepeso por no cuidarme, pero ahora soy uno de los chicos más reconocidos en la preparatoria. ¡Gracias, pubertad!

—El vuelo 187 con destino a Los Ángeles, ha llegado, por favor, salir —la voz del parlante me alarmó, ese era su vuelo.

Caminamos hasta la salida de los pasajeros. Todos empezaban a salir un poco amontonados. Mi hermana era baja para mí así que se me dificultaba un poco tratar de encontrarla en la marea de cabezas. Habían muchas personas, pero no veía a Charlotte.

Pasaron tres minutos y una chica estaba parada en frente nuestro, pero no le preste atención.

—Eh —llamó la chica, como veía que no respondía a su llamada, me chasqueó a mí y a papá en la cara, ambos nos sorprendimos y la miramos hacia abajo.

—¿Qué quieres? ¿No ves que buscamos a... —la examiné más a profundidad con la mirada. Papá igual y ahí fue cuando quedé totalmente embobado, mis ojos se abrieron de sorpresa al verla, y mi boca estaba abierta, como para dar paso a una mosca o a toda la jauría, papá estaba igual, era ella...mi hermana....¿mi hermana? ¿Está rubia es mi hermana? Debe ser una maldita broma.

—Qué demonios... —miré a papá que estaba igual de impactado porque de verdad no parecía ella.

En el sentido de que ya no era una niña, sus facciones cambiaron y era obvio, pero no dejaba de ser algo nuevo.

—Charlotte...tú estás... —articulé tragando fuerte al verla, estaba tan cambiada, no era ella, parece que vivir con mamá le cambio por completo, ahí sentí tristeza al pensar que había cambiado.

—Charlie—dijo ella—. Ya cierra tu inmensa boca de ballena, William, y dí algo coherente —dijo con ese tono que me encantaba y por eso me dí cuenta de que no cambió, seguía siendo ella.

Sacudí mi cabeza tratando de volver en mí rápido.

—¿En serio eres tú? —la voz de mi padre me hizo regresar completamente.

Ella asintió tímida y nerviosa. Sonreí a tal acto de ternura. Mi padre la miró y la abrazó, la extrañó bastante aunque no lo admitía, ella le correspondió y le dio un beso corto en la mejilla.

—Hola, papá —dijo ella con una gran sonrisa.

—Hola, linda. Wow, sí que has cambiado, mira tu cabello rubio, ya no café ¿está es mi hija? Según yo, no hay nadie rubio en la familia—dijo mi padre divertido mientras le hacia dar giros.

Asintió avergonzada.

—En general, es castaño —dijo, corrigiendo.

¡Na! Eso ni de broma era castaño, era rubio. Aunque debo admitir que me gustaba mucho como le quedaba.

Cuando se separó de papá, me vio con una sonrisa, yo seguía en medio trance, parado y viéndola como idiota de pies a cabeza. Dios, que cambio, ya no es la Charlotte que conocía, de repente ella se me abalanzó para abrazarme, sin pensarlo le correspondí, la abrazaba lo más fuerte que pude, creo que de verdad quería romperle los huesos.

—Hola, boba.

—Hola, idiota —sonreí ante su saludo.

Iba a decir algo, pero de la nada, detrás de mí apareció Derek, mi mejor amigo, me hizo sobresaltar ante su aparecimiento, lo fulminé con la mirada.

—Ya, ya, tranquilo, hermano, sólo quería saludar a... —miró a Charlotte y se quedó de la misma forma que yo hace unos segundos o peor.

—¿Charlotte? —articuló con dificultad Derek, lo noté impresionado y nervioso.

—Charlie —lo corrigió ella. Derek sonrió de oreja a oreja acercándose a ella, yo estaba algo ocupado mirándolo a él ya que este saludo a Charlie me pareció muy atrevido y más cuando le dio un corto beso pero sonoro en su mejilla, ella se sonrojó notablemente. Y yo estaba en el dilema si pegarle en la entrepierna o partirle la cara.

Derek, Charlotte... ¡Charlie, quiero decir, Charlie! y yo, éramos unidos desde pequeños, así que no pude evitar que él viniera, pero ahora veo que debí dejarlo solo en el parqueadero.

—Hola —dijo con cierto tono de conquista, al notarlo, lo tomé inmediato de la camisa y lo arrastré a mi lado con fuerza.

—Hola, Derek —dijo Charlie nerviosa, y con sus mejillas algo coloradas, él lo notó—. Estás más alto.

Y yo ya estaba listo para darle un derechazo y un izquierdazo si intentaba algo más.

—Guau, Charlotte —dijo Derek, tosió levemente—, perdón, ¿Charlie? —ella asintió con algo de inseguridad, y este seguía embobado—. No me lo creo, ¿eres tú? Eres rubia, una rubia muy guapa.

Bueno esa fue la gota que derramo el vaso, llevé mi mano a su nuca dándole un buen golpe, el se quejó, lo miré desafiante. Bien el lado sobre protector salió de mí. Papá comenzó a reír a carcajadas, creo que para él esto era todo un espectáculo, claro, no era para nada celoso. Creo que esa parte me la traje yo.

—Vamos a comer —interrumpió papá—, supongo que Charlie debe tener hambre, ¿no? —la miró esperando su respuesta, ella asintió lentamente, así que todos íbamos directo a Tonny's mi pizzería favorita.

Papá estaba en frente nuestro con Charlie conversando, casi podía captar de qué hablaban. Era sobre su vida con mamá y de sus problemas en la escuela, aunque mi padre quiso hacerle creer a mi madre que él era controlador se equivocaba, mi padre podría hacer de todo menos querer tenernos como perros amaestrados. Siempre pensó que era mucho mejor hacer locuras, equivocarse y gozar de la vida antes que quedarse quieto hasta esperar el momento de morir.

Derek estaba junto a mí, su atención no estaba en mí, obviamente.

—Wow, ¿Charlie siempre tuvo ese cuerpo?—preguntó Derek en susurró, el creyó que no lo oí—. ¿Tan ciego estaba? 

Lo fulminé con la mirada, este alzó los brazos haciéndose el inocente al ver que si lo escuché.

—Bien, me callo —dijo lentamente, me tranquilicé—, pero lo tiene —otro golpe.

Estampé mi mano en su cabeza. Caminábamos y todos miraban a Charlie y más los chicos, a los cuales fulminaba con la mirada y que de vez en cuando golpeaba con mis brazos.

Dios, Charlie, me vas a dar mucho trabajo.

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