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Mr. and Mrs. Problems
Mr. and Mrs. Problems
Por: Ale Flores
1. El cambio extremo de Charlie McCabe

CHARLIE

Una de las cosas que menos esperé de mi vida fue tener que cambiarla totalmente en un segundo.

Como todos los días de mi aburrida vida, hoy no es un día común y corriente. Hace cuatro años mis padres se separaron haciendo así un acuerdo que podría servir por lo menos por un tiempo o simplemente fue una locura por puro impulso: yo me iba a vivir con mamá a Michigan y mi hermano Will se quedaba con papá en nuestra ciudad natal.

Así que desde ese tiempo sólo vivo con mamá en su burbuja donde mi libertad es totalmente obstruida. Ya que era la única familia a su alcance, dejando aparte a otros, yo era su mayor prioridad.

No tenía más familia, o bueno, a más de la hermana de mi madre. Mis abuelos no los logré conocer, pero según historias que me contaban eran sumamente interesantes.

Si alguien se ha confundido con mi nombre es Charlotte McCabe, pero a mí no me gustó mucho que digamos ese nombre.

Mis padres no tuvieron mas ideas ya que mi madre me contó que si no me llamaba así me llamaría como su muñeca: Topasio.

Terminaron con el nombre que no me traería mayor bullying en el colegio, así que todos me llaman Charlie, una pequeña versión de mi verdadero nombre y el más aceptable para mí tanto como para mi dignidad.

Como ya cumplí dieciséis años, digamos que la relación que llevo con mi madre no es del todo agradable, ambas tenemos como decirlo...un odio mutuo. Ambas tenemos conflictos que sobrepasan ciertas veces los límites.

Toda mi vida he sido una chica muy rebelde o en simples palabras problemática.

Siempre me valía lo que dijera mi madre o los demás acerca de cómo llevaba mi vida y por esa vaga razón no me aceptaron este año en mi colegio, mamá ya se cansó de mí, de mis numerosos problemas, de mi comportamiento en si, así que este año iré donde mi hermano y mi padre a vivir con ellos hasta mi graduación. Según mi madre, mi padre, al que no veía desde hace tiempo, se había vuelto mucho más huraño y serio, se suponía que ahora él trataría de moldearme.

"Aprende a disciplinarte", ese era el lema de mi madre todo el tiempo. Bueno, ella trabajaba en un bufete de abogados y su presentación como persona era sumamente esencial. A lo que me lleva al punto de decir que para ciertas reuniones de su trabajo donde me llevaba debía ser como una réplica exacta y eso no me agradaba para nada.

Ahora la otra parte de mi familia debería ver por si mismo como era yo.

Pobre de ambos al tenerme en su casa en verdad, si mi madre no me lograba soportar ¿cómo lo harían ellos? Y mi madre si tenía paciencia, una de las pocas madres que veo que la tiene tan alta. En la última reunión que tuvimos en la escuela no era sorpresa que quisieran que mi madre fuera a ver al director a solas para charlar del último intento de su hija al realizar una burla hacia su maestro de historia quien terminó alterado por unos simples chinches en su asiento. Cuando llegó a casa no habló ni comió. Supe que ya no estaba bien eso, tomó mis cosas y las empezó a empacar en una de las maletas diciendo "Ya no puedo con esto, he hablado con tu padre, él se ha ofrecido a cuidarte y educarte hasta que termines la preparatoria". Desde ese momento supe que ella no podía más conmigo. Su trabajo era el doble de estresante y yo no hacía nada más que empeorar eso apenas llegaba a casa. Era lógico que ahora mi padre tuviera que lidiar conmigo por lo menos un corto tiempo.

La última vez que los vi fue cuando tenía doce años así que no sé cuántas cosas han cambiado y cómo adaptarme a ellas, no sabía si ellos cambiaron o como viven en general. Mi hermano casi era un debilucho con el que jugaba mucho y bromeaba de cosas sin sentido, ha pasado tanto desde ese momento.

Pero estoy contenta de no vivir más con esta señora que no me ha traído más que días de peleas y desentendidos. Pero aún era mi madre, no la odiaba, pero era obvio que vivir bajo el mismo techo no era sano para ninguna de las dos ya que no nos llevaría a ningún lado. Creo que era mejor de esta forma. Mi madre ya no tendría que sufrir una de sus terribles migrañas nunca más.

En todos mis años aquí, he sido conocida por tener una reputación llena de peleas, bromas, para resumirlo: problemas, me han citado más de quince veces al mes de cada año donde el director.

Es un nuevo récord creo yo.

Pero también me he ganado esa reputación tanto a mi actitud como a mi apariencia: jeans de caña abierta, seguramente pasaron de moda hace años, pero me resultaban más cómodos llevarlos que esos pegados a los muslos y sí me quedaban bien porque fui proporcionada por piernas más o menos largas. Mis camisetas también eran sueltas pero nunca pegadas, no me agradaban, y casi siempre llevaba puesta en la cubierta una imagen de mis series favoritas o bandas. Si contamos que yo tenía un gran afán por andar en patineta se entiende que siempre usaba unos zapatos bajos, igual con tacones parecía una jirafa recién nacida al no poder caminar.

Mi apariencia siempre fue descuidada. Mi cabello casi nunca fue peinado, así que a veces parecía un león recién levantado. Muchas veces por eso no me invitaban a fiestas, aunque no me molestaba mucho la idea. Tampoco tenía muchos amigos, las chicas en su mayoría eran muy superficiales y los hombres muy tontos; aunque para mi gran suerte he logrado estar con personas divertidas.

No he sido tan femenina como todos esperaban que fuera, tampoco entendía bien el concepto de que algo especifico era para chica y otra cosa para chico. Me gusta la ropa ancha por la comodidad, pero sin problema usaba un lindo top, o me gusta usar colonia de hombre porque me encantaba su olor y duración en comparación a perfumes de mujer, hasta me reprimían por mi forma de sentarme. "No, eres una señorita. Siéntate bien con las piernas cruzadas", "Se te ve fatal la ropa floja, mejor usa esta falda", "Debes maquillarte para no verte muy demacrada"... o sea, ¿hola? Quiero sentarme como lo desee, me incomoda mucha ropa (y peor si no me agrada), y no uso maquillaje (no porque me disguste) porque no se qué usar, y ¡vaya sorpresa!  tengo ojeras y poros. ¡Qué calamidad!

Bueno, el punto es que mi imagen disputaba de los gustos de la sociedad y muchas veces me recriminaban por ello. ¡Já! Qué estrictos.

Pero una locura de mi querida tía Marlene, la cual en todos mis años aquí ha sido la única con la que me he encariñado más, hará que mi mundo cambie más de la cuenta. Dijo que era hora de optar por una nueva imagen... algo a su estilo supongo yo.

—Cariño, te verás hermosa —escuché la voz dulce de mi tía saliendo del vestidor con una blusa roja con bordes negros, nada de mi estilo.

—Tía no quiero hacer esto, no quiero convertirme en eso, ser una de esas que anteponen su imagen que su personalidad, o que piensan que la imagen es algo primordial —tragué fuerte, dios como se me complica decir aquella palabra—. Chica.

¿Por qué digo eso? Por lo que ya expliqué antes: odio que a todo le pongan género... ropa, películas, maquillaje, cabello, etc. Si ser "chica" anteponía hacer cosas que me incomodan obvio no me agrada.

—Oh, pues si estoy en lo cierto, tienes vagina así que sí, corazón, eres una chica y debes parecerlo.

—Padecerlo, dirás.

—¡Charlotte!

—Pero yo no sé cómo parecerlo y no quiero usar eso, me causa —vi todo lo que teníamos en las fundas—, asco —puse una mueca de desagrado para concluir mi frase-. ¿Por qué no buscamos algo lindo pero que también me guste a mí?

—Es porque no les das una oportunidad a estas.

—O quizá no quieres asumir que nuestros estilos son diferentes y que quieres que me vea como tú —entrecierro los ojos con algo de molestia.

—Querida, te ves perfecta en ellas, además es tu segundo año y vas donde tu padre, todos te recuerdan como la Charlie con los jeans abiertos y camisetas aburridísimas, no, no y no eso es lo menos que quiero, lo que en verdad quiero es que mi bella Charlie de una impresión única e inigualable.

—Pero yo... —me interrumpió.

—NA NA NA... solo déjamelo a mí —una sonrisa de reconfort se formó en su rostro.

—¿Podemos hacer un trato? —sabía que la única manera de ganar un poco sería ponernos de acuerdo—. Elijes cosas, igual yo. Si no me gusta lo suficiente lo dejamos, igual de tu lado. Solo quiero que respetes un poco de lo que me gusta. Aunque admito que no compro cosas tan buenas, así que ayúdame así, ¿va?

—Que niña...

Supe que lo pensaba y rogaba que me dijera que sí.

—De acuerdo. Haremos eso, veremos algo lindo a tu estilo para sacar mayor provecho de este día. Nada saco comprando cosas que no te acaban de gustar o te incomodan.

¿Oí bien?

—Eso sí, deben ser cosas de buena calidad y que se vean interesantes.

—¡Estoy de acuerdo!

Ahora sí sería un buen día.

Ella sonrió dulcemente, yo bajé la cabeza y empecé a maldecir en voz baja por qué no había pensado en esto antes. Ya habíamos ido a varias tiendas, así que el daño de ese lado ya estaba hecho.

Ah por la Deblyn...

—¿Qué? —la voz de mi tía me saco de mis pensamientos—. ¿Qué es Deblyn?

¿Qué? ¿Me oyó? Ah no puede ser, hablé en voz alta.

¿Ves cerebro? Se supone que solo era entre nosotros.

—Eh... eh —dije nerviosa, ella lo notó—. Nada, no es nada, tía —dije tratando de fingir tranquilidad, me miró confundida y le sonreí fingiendo felicidad más de la cuenta.

Bien, les explico, una vez vi una película: Una Esposa de Mentiras donde Deblyn significaba m****a, bueno eso se me pegó y lo utilizo mucho desde entonces, pero siempre trato de que en mi casa no vean esa películas, por si las moscas. A veces mamá nos hacía poner dinero en una caja si nos oí decir malas palabras. ¿Saben cuánto dinero perdí?

Así que esto es como mi seguro de malas palabras, puedo maldecir a alguien con mis palabras y ellos no se dan cuenta.

Mi tía sacó unos shampoos especiales. ¿Eso era shampoo, no?

—Bien, comencemos por la ropa, hay que detectar tu estilo, luego lo demás, ten esto—me tendió un cambio de ropa, la tomé dando un resoplido—. Cámbiate rápido, niña—dijo notando mi pesimismo.

Entré al vestidor, pero no pude hallar nada que me gustara de verdad.

—¡Creo que debemos ver otra cosa, tía!

Así pasamos unas horas en medio de compras hasta llegar al salón de belleza donde sabía que harían algo por mi maltratado cabello. Reconozco que esta vez me agradaba lo que compramos, así que estuve más calmada.

—Por ahora sólo será un corte. Para mí.

Mi tía me manda un beso volado. No era nada malo ver cómo mi tía lucía un lindo corte nuevo.

(...)

Salí para que mi tía me viera, sus ojos se abrieron al verme. Tenía la sensación de que hasta brillaban.

—Perfecto —dijo asombrada—, esto si es perfecto —una sonrisa salió de mí involuntariamente.

Pasé toda la noche haciendo combinaciones con la nueva ropa junto con mi tía que sin saberlo tenía buen ojo para formar perfectos cambios de ropa. Creo que aún seguía siendo una chica y este tipo de cosas era divertido si estabas con la persona correcta respetando tus gustos.

Mañana empezaría con mi cabello, cada día era un cambio nuevo, por ejemplo hoy "Lunes" era ropa, "Martes" sería el cabello, "Miércoles" maquillaje, "Jueves" etiqueta y "Viernes" que era el glorioso día de ver todo el éxito logrado. Mi tía había abarcado todos los temas sin ayuda.

Pero ahora quiero dormir ya que estar haciendo este tipo de cosas ha sido de cierta forma agotador. Y así en unos minutos caí en brazos de Morfeo. Agradecí tan maravilloso sueño, aunque creo que pude ver unas cuantas prendas de ropa quemarse a la distancia en mi cabeza. Eso me hizo dormir con una sonrisa en el rostro.

(...)

Al siguiente día todo se fue de cabeza. Miraba a mi tía con miedo, ¿cómo se le ocurría querer llevarme a esas cosas? Estaba loca.

—No, no, no y no, me niego rotundamente a esto —renegué a mi tía—, no iré a cortarme el cabello, ¿sabes cuánto me costó tenerlo de este tamaño? Exacto, mucho.

—Ya, ya, no te cortaremos el cabello ¿de acuerdo? Sólo lo lavaremos y otras cosas más —una sonrisa maliciosa se posteó en su rostro, oh mi Dios, esa no es muy buena señal.

Al llegar al salón de belleza mi tía y un señor muy, pero muy alto me dieron unos productos para el cabello.

—Perfecto, comencemos —la voz del hombre me llamó—, bien cher, esto debes hacer, usas el shampoo. El negro primero, lo frotas en tu cabeza por tres minutos ¿entendiste? No más de tres y menos de tres; luego usas el azul, el cual lo pasas solo por las puntas, solo puntas ¿entendido? —me miró y yo asentí lentamente—, luego el marrón que lo pones en la mitad del cabello, no arriba solo desde la mitad hacia abajo y lo último...usa el más claro ese si en todo el cabello, te frotas, no te lo mojas, solo lo pones y lo frotas. Para finalizar te pones una funda en la cabeza trascurridos unos siete minutos te la sacas para lavarlo y se acabó.

BUT THAT SHIT

Eso fue lo único que pensé: ¿cómo quiere que haga todo eso?

—Mentira, todo eso lo haré yo. —el hombre me lanza una sonrisa por el espejo—. Y no será todo.

Todo el tiempo veía lo que me hacía en el cabello, separaba en tiras, usaba un producto medio celeste y aluminio. ¿Para qué servirá eso? Bueno, para algo existe g****e, hagamos uso de él.

Veamos... dice que esto es... mmm... decolorante.

¡¿Decolorante?!

Mis ojos se abrieron al leer esa palabra, habían pasado horas desde que me puso esa cosa. Pegué un grito que no sabía si fue de enojo o sorpresa, tomé un mechón de mi cabello envuelto en el aluminio y lo abrí de inmediato.

Cuando levanté mi cabeza para verme lo único que sentí fue unas ganas irremediables de matar a alguien.

Tía... date por muerta.

Mi lindo cabello café ya no era café si no un castaño claro o más que eso, se podría decir que soy rubia, una maldita rubia. No me gustaba el rubio en mí, me veía.

Voy a matarla en cuanto salga de aquí.

—Esto es una pesadilla.

Moví mis manos a los lados tratando de calmarme pero casi no pude hacerlo.

—¡Querida! —oigo la voz de mi tía tras la puerta de vidrio que separaba a los clientes del salón de espera—, espero te guste tu nuevo look. ¡Wow! Comienzo a entrar al mundo de los adolescentes.

Si vamos así ella terminará por matarme en estos días y que sólo vamos por el segundo pasó.

¡Juro que me tinturaré el cabello!

¡AH! ¡POR LA DEBLYN!

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