Capítulo 5. Empleados

Madison

―Puedes tomar tu hora de desayuno a las ocho, tienes quince minutos, después de terminar, necesito que organices una junta con todos los jefes de los departamentos a las tres de la tarde.

Estoy a punto de contestar, pero solo hago un movimiento de cabeza. Me ordena que me retire. Al salir, juro que puedo respirar, suelto el aire bruscamente, después me encamino hasta mi nuevo escritorio, veo que nadie ha llegado aún. Las puertas del elevador se abren y es la señora Anderson. Al verme se sorprende. ¿Qué? ¿Pensó que no vendría por la carpeta que me entregó ayer? ¿Cree que huiré asustada por la carga de trabajo? No conoce aún a Madison Green.

―Buenos días, señorita Green. ¿Tiene todo en... orden?―dice este último mirando hacia el pasillo que lleva a la presidencia.

―Buenos días, señora Anderson, si todo en orden―digo en el tono más amable. Reviso los cajones del escritorio, reviso toda la documentación que está en una pila, contratos de exportación y entre otras cosas. Nunca me había llamado la atención el tema de la exportación de petróleo y mientras intentaba memorizar toda la carpeta horas atrás, investigué en G****e y en Yahoo, todo tema, ahora tenía entendido que empresas Burj es una empresa privada y privilegiada, está dentro de OPEP: La Organización de Países Exportadores de Petróleo y es un organismo internacional fundado en Bagdad, Irak, en 1960. Actualmente lo conforman 14 países, de los cuales 5 son miembros fundadores, desde 1965 tiene sede en Viena, Austria.

―El desayuno del señor Burj ya sabes a qué horas lo debes de servir, es muy explícito con ello...―dice la señora Anderson, la miro y le muestro un gesto amable.

―El señor Burj ha cancelado el desayuno―la señora arquea una ceja.

― ¿No has preguntado el motivo?―puedo sentir en su tono, algo de sarcasmo. Enciendo el monitor luego la miro detenidamente.

―No. Y creo que si lo hubiese hecho, creo que sería indiscreto de mi parte siquiera preguntar―ella abre los ojos con sorpresa a mi respuesta. Sale de su lugar de trabajo y se dirige por el pasillo que la lleva a la oficina del señor Burj.

Comienzo a revisar todo lo que hay en el escritorio, empiezo a revisar cada rincón de la computadora, entonces me doy cuenta de algo: Alguien monitorea la actividad.

―Vaya, sí que es algo extremo...―cierro las carpetas que están en el escritorio, organizo alfabéticamente los contratos, el trabajo quedó a medias, supongo que nadie termina de hacerlo al no pasar los dos días de prueba. Bueno, hasta ahorita, me siento capaz y segura de mi misma.

Se enciende un botón rojo del conmutador que está a mi lado, entonces entiendo que debe de ser de la oficina del señor Burj. Cuando levanto el auricular, se escucha su voz al otro lado de la línea.

―Ven a la oficina ―y cuelga sin esperar a que responda. Obvio, Green, vete acostumbrando. Me levanto de mi lugar, agarro la tableta y me dirijo a la oficina del señor Burj. Toco la puerta con mis nudillos dos veces, se escucha la voz del señor Burj al otro lado, al abrir y cerrar, bajo la mirada en espera de que ordene.

―Levante la mirada señorita Green ―lo hago lentamente y con ello muestro seriedad.

El señor Burj está sentado en la orilla de su escritorio, de brazos cruzados y con su mirada en mí, la señora Anderson está a su lado con la mirada en el suelo. Intento no sentirme incómoda con eso… ¡Sé fuerte, Madison!

―No suelo permitirme hacer esto. ―arrugo mi entrecejo al escuchar eso ―La señora Anderson es mi mano derecha, quiero que te quede bien claro, la forma de dirigirte a ella siempre tiene que ser con respeto. ¿Entendido?

―No entiendo el motivo de su reprimenda, señor Burj, en ningún momento he faltado el respeto a la señora Anderson ―la señora Anderson levanta su mirada estupefacta, el señor Burj arquea una ceja.

― ¿Perdón? ―dice el señor Burj reincorporándose de su lugar, sus manos se van a sus bolsillos, es inevitable no mirarlo. ―Señora Anderson, puede retirarse.

No entiendo que está pasando, hace unos momentos juraba que todo estaba bien. La señora Anderson camina con una sonrisa secreta en mi dirección, entonces entiendo el juego. Entrecierro mis ojos para mostrarle que me he dado cuenta de eso.

La puerta se escucha cerrarse detrás de mí. Bajo la mirada para evitar que lo pida.

―Levanta la mirada ―es inevitable no arrugar mi entrecejo. Cuando nuestras miradas se cruzan, puedo ver molestia. Es impresionante como lo evita mostrar. Al ver que le sostengo la mirada comienza a caminar por la oficina. ―Estoy harto de tener un desfile de asistentes personales por mi oficina, estoy harto de tener que pasar por esto.

Llega al mueble de bebidas y me sorprende que tan temprano –no son las ocho de la mañana- y esté tomando.

―Señor Burj, sinceramente… ―se gira hacia mí dejando el vaso de cristal a medio camino de sus labios. Bueno, si me van a despedir por lo menos no me volveré a callar. ―…sinceramente no entiendo en que momento le he faltado al respeto, simplemente me ha dicho lo de su desayuno, le he contestado que usted lo ha cancelado, después me ha preguntado sarcásticamente si no le he preguntado a usted el motivo, le he respondido: “No. Y creo que si lo hubiese hecho, creo que sería indiscreto de mi parte siquiera preguntar” Luego salió de su área de trabajo para venir aquí con usted. ¿En qué momento he faltado el respeto? En ninguna parte de lo que me entregó dice que tengo que preguntar…

El señor Burj me hace señas de que deje de hablar, deja el vaso en el mueble de regreso, vuelve sus manos dentro de sus bolsillos de su pantalón de vestir. Se deja caer en su silla de cuero, luego mira hacia mí.

―Regresa a tu lugar de trabajo. ―arrugo mi entrecejo, ¿No me ha despedido? Asiento en silencio y antes de salir, me llama, me giro hacia él, con la mirada baja.

―Qué sea la última vez que discute sin permiso con su jefe, recuerde: Mi empresa, mis reglas…señorita Green ―asiento lentamente. ―Retírese.

Salgo de la oficina, a paso furioso, el clac, clac de mis zapatillas lo demuestran. Me siento en mi silla de regreso, entonces visualizo en el escritorio de la señora Anderson a otra mujer a su lado, cotillean lo sé. Es rubia, delgada y alta.

Retomo lo qué estaba haciendo, miro el reloj y ya solo faltan dos minutos para las ocho de la mañana, ya tengo listo el orden de las carpetas, entonces decido irme a desayunar.

― ¿A dónde cree que va señorita Green? ―pregunta la señora Anderson a mi espalda. Me giro lentamente cuando he llegado a las puertas del elevador.

―A desayunar, el señor Burj me ha ordenado ir a desayunar a las ocho, quince minutos y tengo que regresar ―La señora Anderson me mira arqueando una ceja, agarra el teléfono y marca, no alcanzo a escuchar lo que habla, ya que la rubia se acerca a mí.

―Hola, mi nombre es Brittget Cox ―le acepto su mano extendida en forma de saludo.

―Soy Madison Green, la asistente personal del señor Burj ―ella sonríe, pero es de esas sonrisas fingidas. Levanta su pecho cuándo me da un repaso nada discreta.

―Oh, sí, me he enterado…suerte ―y sonríe más ampliamente mostrando su dentadura perfecta de anuncio como si supiera que no duraré el mes de prueba… o el día.

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