Las palabras no salían de mi garganta, sentía que se había cerrado y hasta tenía miedo de no poder respirar.
Jorgelina, que estaba presente en nuestra charla, se dio cuenta de lo que me estaba sucediendo y comenzó a masajear mi espalda, hasta que logré tranquilizarme.
-Rocío, de verdad te digo, estás súper voluble, lo mejor es que te quedes acá esta noche.
Karen estaba de acuerdo con las palabras de mi nueva amiga.
-Yo me quedo a cuidarte.
-No Karen, vos tenés hijos y un marido, me quedo con la condición de que vuelvas a tu casa y no le digas a Facundo que tuve uno de mis tantas recaídas, te juro que esto que me pasó no tiene nada que ver con Ramiro.
-Te lo prometo.
-A tu cuñado tampoco le decís nada.
-Quedate tranquila.
Mi amiga se fue y yo me quedé pensando que no estaría mal quedarme algunas noches en la clínica, disponía de esa habitación sólo para mí, si no podía dormir hasta podría atender a algún paciente, ese pensamiento me asombró, hacía mucho que yo no estaba en condiciones