Por Rocío
-Hola cielo.
Dice mi madre cuando entré a su casa.
-Hola mamá, ¿Cómo está papá?
Salió a caminar un poco, en cuanto llegue, almorzamos.
-Te ayudo.
-Gracias… ¿Todo bien con Karen?
Mi cara ardió en ese momento y mi madre se largó a reír.
-¿Cómo te fue?
Preguntó sin dejar de sonreír.
-Bien…
-Rocío, sos adulta, sos médica, vivís en otro país, no pongas excusas, por favor.
-Tenés razón.
Comencé por decir.
-No pienses que aunque vivo sola, me voy por ahí con desconocidos.
-¿No es el cuñado de Karen?
Me pregunta confundida, mientras pone los platos y cubiertos en la mesa y yo me apresuro poner los vasos.
-Sí, es el cuñado de Karen, pero no lo conocía… lo conocí en la playa y luego lo vi en la casa de Karen y ayer por la mañana en la clínica.
-Es médico.
Lo afirma, ya lo sabía.
-Sí, cardiólogo y cirujano.
-Por lo que vi anoche, es muy buen mozo.
-Demasiado.
-Lo decís como si eso fuera un defecto.
-Es que muchas veces eso juega en contra, ya sabés como pienso.
-Nena, esas son tonterí