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InicioMisterios del Cerro Kõi
Misterios del Cerro Kõi

Misterios del Cerro Kõi ES

Paranormal
Giulian Hoks  En proceso
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Resumen
Índice

Sinopsis

InteligenteAcciónDominanteProtectorMisterioParanormalPoderoso

Luego de que un asesinato fuera archivado por falta de pistas, un detective decide realizar una nueva investigación con la intención del resolver el caso.

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Último capítulo

  • 18. Camino al infierno.

    Llegamos al domicilio de Guachiré, Soto bajó y kos pidió calma, que el pobre tiene sus días de desvarío y no podemos entrar por entrar a su vivienda, ya que seríamos cadáveres antes de pronunciar Mississippi. En consecuencia avanzó con lentitud por el caminero del portón hasta el pórtico, lanzó su arma en el césped y levantó las manos para llegar hasta ahí. una vez frente tocó la puerta. esperando a que el hombre camicase haga su aparición, pero nadie se manifestaba, todos empezamos a dudar si el seguía viviendo ahí, ya que la vivienda era precaria, le faltaba mucha atención. Prácticamente parecía estar abandonada. después de varios intentos Soto dio vuelta y avanzó hasta su arma para así salir del lugar, pero escuchamos un silbido, emulando el graznido de algún tipo de ave. algo como CHICHU, CHICHU, CHICHU-CHU. Soto se detuvo de estrépito. miramos a todas partes y sacamos nuestras armas, ya que no sabíamos si la vida de El detective corría peligro. Soto volvió a alzar las manos y fa

  • 17. Los fantasmas del pasado.

    aún recuerdo su dulce voz cuando me preguntó.—Cariño, debo ir a trabajar. hay café en en la tetera. puedes servirte cuando gustes. pero, ¿te encontraré al volver?medité antes de dar una respuesta. no quería darle falsas ilusiones. aunque a quien engañaba era lo que deseaba con ansias. quedarme en un lugar y disfrutar. pero, debo limpiar mi nombre no puedo permitir que esto quede impune. debo regresar y pelear contra mis fantasmas. Ya lo hice una vez. ocupé nuevamente la casa donde sufrí en silencio. la casa donde me crié junto a mi madre, ya que mi padre nos abandonó. a mí y mis hermanos. si no fuera por la fuerza de voluntad determinación no sería el profesional que soy hoy en día. un poco desaliñado, con problemas alimenticios, pero un buen ciudadano, que paga sus impuestos.le dije que volvería, pero como es sabido mi profesión no es certera. y más en las circunstancias en la que me encontraba. luchar contra un ser que ni en la put* vida se cruzaría por la mente de una persona nor

  • 16. Buscando una solución

    Manejé durante media hora hasta llegar a reducto, un barrio ubicado en la ciudad de San Lorenzo. Llegué al sitio como a las 2 de la madrugada. Aún recuerdo esa noche, la luna iluminaba como linterna las nubes, y estas ocultaban las estrellas. Las calles eran visitadas por una fresca brisa que erizaba la piel. Por más que hube tomado el baño, sigo percibiendo el olor de la sangre sobre mí. Y tal vez nunca se vaya esa sensación. Bajé del vehículo y lo estacioné a una cuadra de su vivienda, lo oculté y caminé por la vereda de su barrio, los canes anunciaban mi presencia, toqué el timbre de la casa en cuestión la 125, la muralla contaba con rejas dominada por las enredaderas que trepaban por ellas y la ventana de la casa ocultaban el interior con cortinas oscuras. Miraba de reojo las avenidas, el reflejo de las farolas en los charcos me distraían, pero la oscuridad de los callejones traían a mí recuerdos, frescos, recientes y de terror que me erizaba la piel y me enseñaba que aún estaba

  • 15. Aires de libertad.

    Con un ojo al frente y el otro cerrado seguía el sendero que desemboca a la carretera. Al despegar algunas malezas pude notar el brillo de la luna sobre el parabrisas de mi Ford del rey, el cual no fue hurtado, corrí con suerte, porque lo dejé abandonado algunos días, también pude ver la motocicleta de Duarte en el suelo y una patrulla, supongo que dejaron el helicóptero en un helipuerto adecuado y vinieron en ese automóvil, por eso tardaron en llegar.Una vez que estaba a fuera sentí que la densidad del aire se disipaba y quedaba atrás. Caminaba cojo de una pierna y cerraba un ojo con gestos de dolor, miraba a ambos lados y al sentirme con libertad miré atrás. La penumbra que reinaba en el lugar, la que nos acosaba desde el momento que entramos se quedó entre las ramas de los árboles, las cuales limitaban la reserva, Mientras que en las afueras, específicamente en la carretera la luna resplandecía y dejaba caer partículas resplandecientes parecidas a la plata. Era una

  • 14. Condenados.

    Caminando en escuadra avanzábamos por el hostil terreno, estábamos pendientes ante un posible avistamiento. La polución sonora de costumbre en los bosques iba disminuyendo al punto en que pudimos escuchar las inhalaciones y exhalaciones de los demás. Nos detuvimos y los nervios hervían nuestra sangre. Era un evento fuera de lo común, parecía que el bosque conspiraba y fallaba a favor del más fuerte. Nos reunimos y tratamos de mirar a todos lados para poder abarcar más terreno. El sudor caía de mi rostro. El Oficial Argüello me facilitó un arma blanca ya que estaba completamente desarmado. Él se quedó con su pistola tauro semiautomática y el Fiscal también tenía su arma, bien armados, aunque poco servía porque el monstruo era casi inmortal. Ellos me seguían el juego, aunque no estaban muy convencidos. Bajo la leve iluminación de la luna estábamos cautelosos, ante una posible aparición de la bestia.Minutos después, de entre los árboles, escuché el crujido de algunas ramas. ⸻es

  • 13. La llegada fortuita.

    El dolor de cabeza era agobiante, era peor que las migrañas que suelen invadirme a deshoras. Las imágenes eran como navajas en el cerebro, todos los pensamientos y recuerdos caían sobre mí y me inundaban. Uno de los recuerdos que pude revivir fue en aquel clima invernal, en donde salía a jugar con mis amigos de infancia, con una prenda parecida a una piyama azul con blanco y diseños de balones de fútbol. Salíamos a jugar con la cometa, con el viento sur a nuestro favor, recuerdo que el verde pasto serpenteaba con los soplidos y las brisas hacían silbar a los árboles. Estábamos en una plaza municipal a no más de dos cuadras de mi hogar. El cambio de clima generaba en mí reacciones alérgicas, haciéndome estornudar y aun así permanecía en el lugar, no quería desaprovechar la reunión con mis amigos. Añoro esos santos días idos, donde el reloj era el agotamiento. Atardecía y caían gotas de lluvia, garuaba, lastimosamente debía volver cuando sucedía eso. Recuerdo mi caminar, las gotas pun

  • 12. Las dos caras de la moneda.

    Paso a paso nos dirigíamos al exterior, donde dejé estacionado la Ford, espero que no haya sido víctima de vandalismo o robo. El tiempo que eh pasado en la reserva fue largo y es un lugar con muy pocos visitantes. Me repuse para avanzar y sugerí a Contreras lo mismo, él solo bostezó profundamente y pegando los labios como para humedecer la boca, sacudió su camisa color beige ensangrentada y estiró las piernas en su lugar, seguía sentado, volví a pedirle que nos moviéramos, pero ignoró mi petición.⸻ Por fin, estamos muy cerca de la salida.⸻ Sí, pero debemos continuar lo antes para así salir ilesos de las garras de esa bestia, vamos Contreras.⸻ Ya no tiene caso ocultarte cosas, creo que a esta altura no importa quién sea el que salga. Quiero que compartas algo conmigo. ¿Te acordás lo que te conté? Me refiero a la desgracia de Rodríguez y el pequeño. Bueno, la verdad no he sido muy honesto contigo ⸻dijo mientras el viento despeinaba su ordenado y oscuro ca

  • 11. Bajo sus garras

    Trascurrieron varios días y desde ese entonces no hemos podido asearnos como corresponde. Los calzados húmedos, las ropas rotas y con un olor a traspiración, sangre y humedad no fueron un impedimento para avanzar. La fuerza de voluntad era la que nos impulsaba a continuar nuestro éxodo.Durante la siesta nos preparamos para partir, preparamos las últimas provistas que teníamos guardado y continuamos con la caminata hacia la gloriosa salida. Contreras iba adelante junto con Duarte y yo custodiada la retaguardia. Me encargaba de cuidara mis colegas y estar atento. Los hombres caminaban desganado y pausadamente, esperaba que encontráramos la salida, ya que Remigio no pintaba bien, pero puedo destacar la perseverancia de estos hombres, el instinto de supervivencia era lo que los mantenía firmes. Escruté a mi izquierda, cerré los ojos unos segundos y en tan solo un pestañeo observé la aproximación de un bólido, este se acercaba con demencia hacia mi integridad, era la bestia. Segú

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Prólogo.
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