Louis le puso la mano en el hombro: "¿No estás segura de ti misma?".
Ryleigh lo empujó suavemente. "No puedo…”.
El anciano se acercó. "¿Quieres intentar tocar?”.
Ryleigh se sorprendió, luego agitó su mano. “Señor, yo…”.
El hombre se rio generosamente. “No pasa nada, solo inténtalo. No diré nada aunque no salga bien".
Louis le dio un empujón. Ella lo miró antes de tomar la viola.
Llevaba muchos años sin tocar ningún instrumento musical, y cuando la cogió, tuvo una sensación asombrosa. Era una sensación familiar.
Ryleigh se paró donde él estaba, y la gente que paseaba por el parque miró hacia ellos.
Ryleigh se calmó y empezó a tocar. Tal vez porque estaba muy nerviosa, hizo un ruido agudo.
Se quedó inmóvil mientras le temblaba la mano.
El hombre la guio pacientemente. “No pasa nada, no te pongas nerviosa. Piensa en ello como una práctica".
Ryleigh dejó de lado sus pensamientos después del consuelo del hombre.
El sonido de la viola flotaba por el parque.
Muchas miradas se pos